Calmado, aunque más ‘chiro’ debido al daño material y perjuicio económico causado por el repentino corte de energía de la tarde del miércoles, estaba la mañana de ayer don Ramón Menéndez, dueño de un minimárket en las calles Mendiburo y Rocafuerte, en el centro de Guayaquil.

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Ramón dijo que entendía que el apagón fue fortuito y que no podía culpar a nadie, pero a causa de las fluctuaciones de energía, dos congeladores donde guardaba embutidos y refrescos se dañaron y tuvo que hacer un fuerte gasto para repararlos. Si no, sus productos se iban a    dañar.

“Cuando volvió la energía (a las 18:30, luego de tres horas y media), la fluctuación hizo que se quemaran los compresores. Me costó $ 160 cambiar cada uno. Y eso porque el técnico es amigo. Si no, salía más caro. No solo que bajaron las ventas, sino que también generó un gasto adicional. Claro que perjudicó”.

Sin embargo, no todos los negocios salieron perdiendo con el apagón. En los locales de reparación de aparatos eléctricos, el número de clientes aumentó un día después del sorpresivo corte.

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“Han venido a dejar varias computadoras y un proyector dañados. Según me dijeron los dueños, porque no estaban en casa cuando ocurrió el apagón y por eso no pudieron desconectarlos. En estos casos, casi siempre se queman las placas y son insalvables, pero igual revisamos y se repara lo que se puede”, relató Carlos Zúñiga, técnico de un taller electrónico en las calles P. Icaza y Baquerizo Moreno.

En la Víctor Manuel Rendón, donde hay varios comercios de venta de repuestos electrónicos, también se notó aumento en los clientes. Piezas de televisores y termostatos para refrigeradores eran los más buscados por los usuarios.

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