Indignados hasta las lágrimas y preocupados porque se quedaron sin un techo donde vivir estaban la mañana de ayer los invasores del proyecto habitacional Ocaso del Sol, ubicado en el sector de Mi Lote 3, al extremo noroeste de Guayaquil.

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El motivo de su angustia era la llegada de funcionarios municipales, en compañía de militares, maquinaria pesada y personal con picos y palas, con el fin de tirar abajo las viviendas de caña y lona que habían construido durante el último año y medio.

Erick Holst, coordinador de asentamientos irregulares del Cabildo, explicó que en esta ocasión solo se estaba derrocando las edificaciones que se encontraban desocupadas, mientras que las que sí tenían familias habitándolas estaban siendo notificadas que debían desalojar para evitar perder sus enseres en una próxima intervención.

Son alrededor de 40 personas las que viven en el lugar y unas 70 estructuras ilegales las que se erigieron en la zona, en la que no hay más que tierra, monte, culebras y en la que falta el agua potable, alcantarillado y energía eléctrica.

“Soy madre soltera y vivo con mis dos hijos. Uno para no seguir pagando alquiler busca (comprar un lugar) dónde vivir, no sabía que era una invasión porque la persona que me vendió (el terreno) me enseñó papeles y me dijo que todo era legal. Pagué $ 3.500 y ahora no sé qué haré, no tengo dónde ir”, expresó con lágrimas en los ojos Yulexy Sosa, quien habita en el sitio junto a sus dos hijos, de cuatro y seis años, desde hace cuatro meses.

Una cama, que comparte con sus vástagos, dos veladores, un ventilador, un tacho para ropa y un bidón de agua son las únicas pertenencias de la mujer de 26 años, quien ahora debía buscar un nuevo lugar dónde vivir.

La destrucción de las estructuras se desarrollaba con malestar pero sin violencia, hasta que un hombre que aseguró ser el procurador del proyecto llegó a increpar a los funcionarios municipales, dando inicio a una tremenda trifulca.

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“Tienen que responder por el daño hecho a la gente que ha construido una casa con mucho sacrificio. No tienen una orden de desalojo, esto va en contra de los derechos humanos”, era el reclamo de los habitantes que empezaron a ponerse violentos.

Ante la escalada en la agresividad de los moradores, que empezaron a golpear los vidrios de la maquinaria y los vehículos municipales, el personal optó por retirarse de inmediato del sitio “no porque nos lo ordenen, sino para evitar un enfrentamiento”, indicó uno de los funcionarios.

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