Familiares, amigos y compañeros docentes: todos están preocupados por desconocer el paradero de Sara Rivadeneira, profesora universitaria que desapareció la noche del miércoles 31 de enero en las inmediaciones de la terminal terrestre de Guayaquil y de quien, desde entonces, nadie sabe nada.

Ella labora desde hace 18 años como docente de Idiomas en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, donde la noticia de su desaparición tiene en vilo a todos. “Sarita es muy querida por los estudiantes. Hasta alumnos ya graduados que viven en Europa y Estados Unidos me han contactado para tener noticias de ella”, resaltó Alemania González, decana de la Facultad de Artes y Humanidades, en la cual trabaja la maestra

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Y añadió que “también ha impartido cursos de inglés a los docentes, por eso la aprecian mucho. Es conocida por su carisma, amabilidad y siempre estar preocupada de que todos aprendan”. Prueba del cariño de sus colegas es que durante la entrevista de EXTRA con la decana, tres profesores se acercaron a ella con visible preocupación a preguntar si existían noticias del paradero de Sarita.

“Ayer (1 de febrero) organizamos un rezo en el que participaron muchos profesores y alumnos para pedir por ella. Tenemos fe en que va a aparecer sana y salva”, dijo González.

Según contó Gladys Rivadeneira, hermana de Sara, alrededor de las 20:30 recibió un mensaje, el cual la habría dejado alterada. Luego se levantó y salió de la facultad dejando incluso su cartera y objetos personales.

Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran cómo recorre, en aparente calma, el paseo comercial de la universidad e ingresa a la estación de la metrovía, donde toma rumbo al norte.

El seguimiento de la videovigilancia muestra que llegó hasta un paradero en el centro de la ciudad, donde hizo transbordo para arribar a la terminal Río Daule, en la avenida Benjamín Rosales, frente a la terminal terrestre de Guayaquil. Allí se baja, cruza el paso elevado que une las dos terminales y desde ahí las cámaras le pierden la pista. Un misterio.

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Gladys reveló que su hermana habría tenido problemas conyugales y que incluso había sufrido de depresión. “Tal vez tuvo un colapso nervioso y necesita tiempo para estabilizarse. Nosotros solo queremos saber si está bien, si ha comido, en qué condiciones está durmiendo”.

Sara tiene una hija de 20 años que actualmente reside y estudia en Estados Unidos, la cual se encuentra angustiada desde que se enteró de la noticia.

El esposo de la maestra, quien la iba a ver todos los días al concluir su jornada, se mantiene en constante comunicación con la Universidad y la Policía, para conocer cualquier novedad del caso.

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