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¡Lo guayaco se pega!
Nuestro hablar, la ‘jama’, el regateo y el peloteo es lo que cuatro personas no nacidas en la urbe aprendieron aquí. Son guayacos de corazón...
La ciudad tiene su encanto y atrae a ‘pipol’ de otras ciudades y países, convirtiéndolas en guayacos de corazón, los adoptivos de esta tierra, quienes también celebran los 486 años del proceso fundacional de la Perla del Pacífico.
Al darse la migración (por trabajo, turismo, estudio, etcétera), estas personas entran en un proceso de culturización, en el que asimilan, a través del tiempo, varios elementos como valores y patrones que son netamente del guayaquileño, manifiesta el sociólogo Fabricio Medina. “Esto se da en todas las esferas, ya sea en la parte culinaria, los negocios o hasta en los saludos”, asevera.
Todólogo en la cancha
Bastó que el manaba Erick Palacios ponga un pie en la urbe (1989) para que se vuelva pelotero. Juega de delantero, pero también le ha tocado ser arquero y aguatero, cuando dirige. Es que en el peloteo no hay posición fija, faltó uno y a ‘frentear’. Recoge a los ‘panas’ para el juego y con ellos se refresca luego con unas ‘chelas’. Ha jugado en la calle, veredas, canchas de césped y sintéticas. Ha creado su propio equipo y campeonato. Una lesión hace que el mentol y rodilleras sean sus nuevos implementos, pero nada le quita las ganas de patear el balón.
La maestra del regateo
“¿Y ese es precio fijo?...”, con esta pregunta, Tatiana Loor empieza la negociación criolla con los vendedores de la Bahía, sitio al que se traslada para realizar sus compras y hacer valer cada centavo. Reside en la urbe desde hace 17 años. Nació en Vinces, provincia de Los Ríos, pero afirma que la capital del regateo es Guayaquil, donde ha ‘hecho un masterado’. Un objeto de 15 dólares lo puede ‘sacar’ en 6.
La madrina del encebollado
Janeth Párraga es de Portoviejo y vive en la Perla del Pacífico hace 22 años. Acá aprendió a comer encebollado todos los fines de semana; le gusta tanto que desde el 2018 lo ofrece en su negocio ‘Mi toque manaba’, Alborada 12 ava. etapa. De varios puntos de la urbe van a su local a ‘pegarse uno’. Como está cerca a una clínica, médicos y familiares de pacientes se sirven un plato para recobrar fuerzas e iniciar su jornada.
El ‘cubayaco’
Así se define Luis Enrique Polanco, oriundo de Cuba. Hace siete años su ‘wacho’ está dividido entre La Habana y Guayaquil, su segunda ‘caleta’, ciudad en la cual conoció a su ‘ñora’ y ha hecho hartos ‘panas’. Considera que el Puerto Principal tiene su sazón y su hablar es ‘bacán’. “Se me ha pegado por el ‘camello’. Trabajo en una tricimoto en Bastión Popular y como trato con mucha ‘pipol’ los oigo tanto que ya me sale lo guayaco”, manifiesta.