La venta de bollos estaba ‘turrísima’. Eran las 12:12 de este sábado 18 de marzo de 2023 y Maribel Vernaza tenía repleta su canasta de mimbre. Había vendido pocos. En ese rato, un remezón la sacudió todita y casi se cae del banquito en el que estaba sentada, en el pasaje comercial Villamil, en plena Bahía. Aplicó la de ‘¡patitas, para qué las tengo!’ y salió ‘soplada’.

A esta comerciante no le importó dejar botada la ‘jama’. Lo único que buscaba era alejarse de esos estrechos callejones de quioscos metálicos, pues temía que algún pedazo de techo o de pared le caiga encima.

Su reacción fue la acertada, pues aquel sacudón resultó ser un sismo de 6,5 grados de magnitud, con epicentro en el extremo nororiental de la isla Puná, en el golfo de Guayaquil, según el informe que el Instituto Geofísico emitió después del evento. En el Puerto Principal se sintió feísimo, al igual que en otras partes del país.

Maribel corrió en dirección hacia la calle Colón. Se pegó el ‘pique’ desde el área más céntrica del pasaje Villamil y terminó con la lengua fuera y el corazoncito golpeándole el pecho. De cansancio, no de amor.

“Estuve como unos 20 minutos por allá. Quería estar a cielo abierto, para que no me caiga nada. Luego regresé y mis bollos seguían ahí”, contó.

Cuando le volvió la calma y se sentó nuevamente a ‘camellar’, se sorprendió porque empezaran a ‘lloverle’ clientes. “Es como si el susto les hubiera levantado la ‘leona’ y venían a comprar”, exclamó ‘felizota’.

Aunque se le pasaron los nervios, nadie le hará olvidar los momentos de angustia que vivió, como otros ciudadanos. Leopoldo Asunción, quien vende camisetas de bandas rockeras por el sector, también quiso salir corriendo, pero no lo hizo.

“Preferí quedarme nomás en mi puesto. Pensé que si ya me había llegado la hora de morir, así iba a ser, haga lo que haga, pero al menos partía en medio de mi rock”, dijo soltando una carcajada.

En el pasaje comercial se cayó un pedazo de pared. Restos ‘tucos’ de cemento terminaron hechos pedazos en el piso, aunque no hirieron a ningún ‘boquiabierto’.

Johanna Cevallos, vendedora de un local, quiso irse del negocio, pero el dueño la calmó. La tranquilizó, igual que en el terremoto del 16 de abril de 2016. “Ese temblor también me cogió aquí, pero el jefe me aguantó para que no haga cosas inseguras por mi desesperación”, relató.

La Bahía, como siempre, nunca muere y mostró a los pocos minutos esa alegría guayaca que siempre brota ante las adversidades.

El ‘paniqueo’ se tomó el centro de la ciudad en zonas como la avenida 9 de Octubre, en cuyas intersecciones con Rumichaca, Boyacá y Chile se evidenciaron ligeros desprendimientos de paredes, dejando ‘migajas’ de cemento en el piso.

Quienes se encontraban en centros comerciales, restaurantes y empresas salieron a la calle para no estar bajo techo. Hubo desesperación como por una media hora.

BALANCE Y CIFRAS

El Municipio, a través de un comunicado, informó que brigadas de la Dirección de Riesgos y del Cuerpo de Bomberos atendieron al menos 35 llamadas de emergencia llegadas a la central de la Corporación para la Seguridad Ciudadana.

“En el centro se reportaron daños en mampostería de los edificios. Ninguna de estas afectaciones causó víctimas mortales. Personal de la Dirección de Mercados está revisando las instalaciones de toda la red de mercados”, se precisó.

Mientras que la Corporación indicó que hubo dos colapsos estructurales, 44 colapsos arquitectónicos (11 de ellos en la Isla Puná) y un herido leve.

El alboroto incluso provocó que el ‘presi’, Guillermo Lasso, sesione con el COE Nacional en las instalaciones de la entidad. La ‘cereza’ del pastel ‘temblecoso’ del sábado.