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Enigmas: ¡Reencarnación en 4 patas!
Rebeca Mendoza considera que el espíritu de sus abuelitos está en su perro Copito y su gata Luciérnaga. Los animales tienen los mismos gustos de sus antepasados
Cada noche que Rebeca Mendoza llega a su casa y quiere contarle las actividades que realizó a sus abuelitos, quienes fallecieron en 2018, llama a sus dos mascotas: su perro Copito y su gata Luciérnaga, debido a que considera que el alma de sus antepasados reencarnó en sus acompañantes de 4 patas.
La guayaquileña contó a EXTRA que Copito y Luciérnaga llegaron a su vida tras el fallecimiento de sus seres queridos, con quienes creció en el centro porteño. El cachorro se lo regaló su amiga al ver que estaba triste y la minina llegó sola a su domicilio.
Lo curioso es que las mascotas empezaron a usar las cosas de sus abuelitos.
“Primero me pareció raro. Copito empezó a buscar las sillas de mi abuelito y Luciérnaga las de mi abuelita. Yo pensaba que era coincidencia, pero hasta ahora las usan. Incluso, siempre andan juntos y no pelean, así como eran mis abuelitos”, aseguró Rebeca.
Estas primeras señales hicieron que relacionara a sus mascotas con sus antepasados. Sin embargo, terminó de convencerse cuando Copito realizó un gesto de su abuelito.
“Una noche estaba triste y me senté en mi cama a llorar. Copito se subió, me puso su patita encina de mi mano y me quedó mirando, algo que solo lo hacía mi abuelito. Desde que llegó a mi vida, Copito hace lo mismo: me escucha atento cuando le cuento mis cosas y eso me hace sentir cerca de mi abuelito”, acotó.
Entre tanto, Luciérnaga refleja los gustos de su abuelita.
“A mi gatita le gusta estar limpia y así era mi abuela porque era capaz de bañarse tres veces al día. Y otra cosa, yo tomo un té de fresa que le gustaba a mi abuelita y mi gatita lo toma de mi taza. Prefiere el té y no el agua, lo mismo que hacía mi abuelita. Para mí, en mis mascotas está el alma de mis abuelitos porque se comportan y hacen lo mismo que ellos”, dijo emocionada.
El especialista en hechos paranormales, Alexander Medina, explicó que el alma de una persona se puede quedar en un animal por dos razones: se niega a pasar al plano espiritual o tienen que pagar por los pecados que cometió en vida.
“Cuando el alma se niega a reconocer que no pertenece al plano terrenal busca un depósito que le permita estar cerca de sus seres queridos, por eso que se quedan en las mascotas. No son almas malas, por eso que buscan los animales y no los humanos”, explicó Medina.
En cambio, los espíritus malignos son condenados a pagar sus pecados reencarnando en una mascota. “La vida no termina en el plano terrenal, el alma de las personas tiene que trascender y los pecadores primero tendrán que perfeccionar los errores que cometieron cuando estaban vivos desde la perspectiva de un animal”, finalizó.