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¡‘Chupadores’ de energía!
Durante 32 años ha sido atormentado por entidades y ahora quiere evitar que su bebé sea víctima de ellos. Experta explica que son seres parasitarios
El sueño de Jorge es tan ligero que al mínimo ruido salta de la cama para proteger a su bebé de ocho meses. Le cuesta descansar en las madrugadas, todo por culpa de supuestos espectros que lo han perseguido durante 32 años en su casa ubicada en Los Ceibos, norte de Guayaquil.
Asegura que en su hogar siempre experimentó situaciones raras, como si alguien prendiera y apagara el aire acondicionado, también abrían las puertas de los dormitorios, accionaban las perillas de la cocina y hasta llegó a sentir el peso de una persona que se sentaba encima suyo.
Pero Jorge, administrador de empresas, se acostumbró a estos eventos y lo tomó a la ligera desde que era ‘pelado’.
Sus padres y su hermano mayor le transmitieron tranquilidad ante estas supuestas presencias. Ellos se fueron del país en 2017, pero él se quedó. La casa es de dos pisos y la parte posterior colinda rodeada de vegetación.
Investigadora de actos paranormales
Pese a esto, Jorge no tenía temor de vivir solo, sin embargo quería formar una familia.
Pero su paz empezó a esfumarse en junio de 2020 cuando nació su hijita, ya que tenía que cuidarla de las entidades. Esa preocupación lo puso ‘cabezón’.
La única respuesta que tiene sobre la presencia de espíritus es que su madre jugó a la ouija (tablero de madera que tiene alfabeto y números con el que supuestamente se establecería contacto con espíritus) cuando fue adolescente. A ella también “la molestaron” los espectros hasta que se marchó a Europa con el resto de su familia, recuerda.
"ALMA INOFENSIVA"
Rafaela Álvarez, investigadora de hechos paranormales, explica que al practicar la ouija se abren portales místicos, por donde cruzan seres parasitarios (ver infografía), que buscan alimentarse de las energías de la persona, sobre todo de la sensación de miedo.
“La bebé inofensiva, por eso que se ensañan con las criaturas. A ellos les gusta asustar a sus presas, hacer sentir su presencia y la mortifican hasta el punto que las personas se enferman y decaen en lo anímico. Las personas se trauman con estos actos y hasta pueden llegar a morir de la preocupación”, añade.
Según la experta, Jorge y sus familiares no sufrieron los efectos de los seres parasitarios, porque tuvieron el carácter para asimilarlo, pero eso no quiere decir que estén librados de estas presencias.
La última vez que molestaron el hogar de Jorge fue antes de que naciera su bebé. Sin embargo, él no deja de pensar cuándo volverán. Y es acertado, según Álvarez.
“Estos seres se van por un tiempo y vuelven cuando necesitan alimentarse. A veces regresan después de años. Por eso tiene que buscar ayuda especializada (exorcista, espiritista, chamán o un cura) para que envíe al ser a su mundo”.