Taxear en las madrugadas por el centro de Guayaquil es para Jorge una aventura terrorífica. En dos ocasiones se ha encontrado con el mismo espectro: una persona misteriosa, cuyo cuerpo se evapora hasta desaparecer por completo.

Cuando se desató la pandemia del coronavirus en Ecuador (marzo de 2020), el guayaquileño, de 30 años, perdió su trabajo como diseñador gráfico. Debido a que no ha conseguido ‘camello’, desde enero del año pasado sale en su carro en busca de pasajeros, entre las 20:00 y las 08:00.

El primer ‘encuentro’ sucedió entre la avenida Simón Bolívar y Pedro Carbo, centro porteño, frente al Malecón 2000, mientras Jorge buscaba pasajeros. Fue en julio del año pasado, cerca de las 03:00 de la madrugada, recuerda.

Una persona de unos dos metros de altura y vestida con una túnica negra con capucha, que lo cubría de pies a cabeza, estaba parada debajo de un árbol. Se confundía perfectamente con la oscuridad de la noche.

“Iba despacio y de lejos vi a una persona escondida entre un árbol. Pensé que era un chambero, pero cuando me acerqué y estuve como a unos cinco metros me llevé una impresión. Esa persona no se movió para nada y desapareció como humo en un instante. Cuando pasó eso solo aceleré del susto y me fui”.

Jorge creyó que todo fue producto de una alucinación, debido al cansancio.

Sin embargo, volvió a encontrarse con el supuesto espectro, pero ahora entre la avenida Quito y Vélez, el viernes 10 de diciembre de 2021, cerca de las 02:00.

“Lo vi al lado de un poste de alumbrado eléctrico y cuando lo quedé mirando desapareció. Esta vez ya no podía decir que era el cansancio porque era más temprano. Lo que me di cuenta es que cuando me acerqué empezó a darme frío, pero solo en ese momento”.

No hace daño

Alexander Medina, psíquico e investigador de hechos paranormales, explicó que el espectro que el taxista ha visto en el centro se trataría del alma perdida de una persona.

“Cuando se ve a este tipo de espectros en las calles es porque están deambulando. Son seres que no saben que ya no pertenecen al cuadro terrenal y van sin ningún rumbo. Aparecen principalmente por el lugar donde fallecieron”, explicó.

Estas almas no causan daño a las personas, aseguró Medina. “No son conscientes de lo que hacen, piensan que están vivos y por eso no hacen daño. Desaparecen cuando ven a una persona porque se asustan. Para liberar esa alma sus familiares tienen que darle ayuda espiritual”.