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Covid-19: El encierro ayuda pero también hace perder billete
En Guayaquil se repite el malestar de propietarios de negocios y empleados de locales que cerrarán este fin de semana por el toque de queda decretado
“Nos mataron el negocio”, dice Oriana Evia, de 20 años, quien hace manicura, pedicura, pone pestañas y depila cejas en un gabinete situado en las calles Colón y Leonidas Plaza, en el suroeste de Guayaquil.
No está de acuerdo con la medida, para ella sin sentido, de ‘encaletar’ los fines de semana a 16 provincias de las 24 del país en un intento de evitar la propagación del virus pandémico y así bajar la curva de contagios y fallecimientos. Esta disposición fue comunicada por el COE nacional el 21 de abril y es ejecutada desde ayer.
“Para nosotros el trabajo más fuerte es los fines de semana. Y encima, hay toque de queda de lunes a jueves y la gente va por lo general a arreglarse después de los trabajos, pero ahora van a hacer las compras u otras actividades”.
Desazón en comerciantes
El rostro de Stalin López, propietario de una cevichería ubicada en Colón y la Octava, refleja decepción. Él afirma que no atender los sábados y los domingos es perder unos 600 dólares, con los cuales debe pagar el alquiler, que es de 700 dólares; asimismo tuvo que ‘despachar’ a sus cuatro empleados por el mes que dura esta disposición. “Me dio mucha pena, pues son madres solteras, pero no puedo pagarles. Ahora me ayudan mi hermana y mi cuñada”.
A esos valores debe sumar los 350 dólares que invierte en la comida y los 80 que paga por la luz y los 30 del servicio de agua potable.
Otro problema que tiene es que su proveedor de mariscos viene de Puerto El Morro y él por lo general le lleva el ‘fruto’ del mar los fines de semana.
Añade que su negocio no es una gran cadena de restaurantes, por eso no tiene motorizados para llevar comida a domicilio. Tampoco es muy ‘tecnológico’ como para implementar una aplicación.
“El virus no sale por días u horas. Ya va a ver: el lunes las ‘metros’ estarán ‘a full’ y las autoridades no se dan cuenta de eso”, finaliza.
José Luis Miño, de 53 años, es el dueño de un taller artesanal de torno y soldadura. Tiene siete trabajadores a su cargo y manifiesta que no tocará los ingresos de sus empleados, pues son el sustento de sus hogares. Expresa que toca ‘sacarse más la madre’ de lunes a viernes. No está conforme con la decisión del COE, pero asegura que toca acatar, porque se hablan de sanciones financieras para quienes incumplan. Igual, ese dinero no se recupera.
El informal
Ronald Franco, de 25 años, vende cocos desde los 15. De lunes a domingo recorre desde la 38 y Portete hasta la Bahía (centro de Guayaquil). Camina unas ocho horas para ganarse cerca de 20 ‘latas’.
Él no se enfada con nadie, solamente indica que caminará más, pues él sostiene financieramente a su hermana y dos sobrinas, quienes viven con él en Flor de Bastión.
“Solo busco reunir los 100 dólares para el alquiler y poder comer. Si nos enfermamos, literalmente dependemos de Dios, pues no nos alcanza para temas de salud”, dice resignado.