Sus cédulas quedaron empeñadas por una jaba de cerveza, por un par de botellas de puro de un dólar cada una, porque se 'pasaron del tiempo' en el cuerpeo y no tenían plata para completar el pago o simplemente porque se olvidaron de reclamarla a la salida, ya agotados pero satisfechos y 'sacando' pecho de galanes.

Y es que sin este documento no se podía sufragar en el proceso electoral realizado este domingo 15 de octubre en Ecuador para elegir presidente de la República, entre los dos candidatos finalistas: Daniel Noboa y Luisa González.

"Y sacar una a estas alturas del partido es todo un caos", justificó Luis Alvario, como se identificó un joven que acudió a reclamar su identificación a una tienda a dos cuadras de su casa, donde suele beber con sus 'panas'.

Y es que ese apuro por recuperar la cédula se vio mayormente reflejado entre la mañana del sábado 14 hasta el mediodía de ayer domingo 15 de octubre, cuando decenas de personas hacían de todo por volver a tener su registro de identificación en sus manos, escondiendo en algunos casos actos de infidelidad que los pondrían en aprietos.

Ese fue el caso de Saúl, un hombre de unos 35 años que llegó acompañado de su hermano Sandro hasta un reconocido motel ubicado en la calle Machala camino hacia el sur de Guayaquil. En la puerta de entrada, los guardias los dejaron pasar pensando que eran pareja. Ellos iban serios y solo abrieron una pequeña puerta por el lado del parqueo y subieron.

Ya en el lobby, Saúl, un tipo de aproximadamente 1,80 metros, se puso detrás de un joven que solicitaba un cuarto mientras su pareja se acomodaba en uno de los dos sillones que hay en una pequeña especie de sala. El motel estaba lleno.

Las luces tenues y el ambiente todo de color rojo con corazoncitos pintados en algunas partes adornaban el lugar. Ella agachó la cabeza, se tapó un poco co su gorra celeste que llevaba y se puso a ver su celular, mientras Sandro se sentó el otro sillón.

Otra parejita, de pie junto a un mesón donde existe una cafetería, en el mismo lobby, aguardaba su turno por un cuarto. Cruzaron mirada luego con la chica, como sorprendidos por esos dos hombres 'grandotes' pensando que eran 'algo más'. 

La fuerte voz de Saúl a la cajera -aún queriendo modular un tono más bajo para evitar ser escuchados por quienes estaban ahí- aclaró en algo el asunto: "Señora, vengo por mi cédula que se me quedó aquí la semana pasada".

Pero no eran los únicos. A él le siguieron dos más, uno que decía "vengo de Machala, niña, búsqueme la cédula que se me quedó aquí, me olvidé de pedirla al salir", y otro que explicaba que "solo me pasé del tiempo y como ya no tenía plata no me la devolvieron; son solo dos dólares cincuenta que debía pagar", explicaba.

Como ellos, en algunas tiendas y licoreras de barrio ocurrió lo mismo. Tanya Rugel, quien es dueña de un local en el sector cercano a la calle Ayacucho, contó que "algunos trabajadores de la zona vinieron a pagar ayer lo que debían" para que ella les devuelva la cédula.

Carlitos y Joffre, quienes suelen 'pelotear' en su barrio por el sector de La Lomita, por la calle Gómez Rendón y 'las avas', y después pegarse unos traguitos, también fueron por la cédula de uno de ellos a la casita donde venden las botellas de puro. "Jefe, devuélvame la cédula, aquí están los 4 dólares que le debíamos", dijo Joffre a su 'caserito'.

"El otro día la dejamos aquí, pero ya mismo nos vamos a votar. Hay que cumplir con la patria", aseguró Carlitos, justificando el apuro por recuperar el documento y un poco alegre aún, pese a la ley seca.

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