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Narcos: versión Ecuador
Secuestro de la hija de Líder de los Choneros desataría la peor guerra de bandas en el país. El fundador de la UNASE precisa que “es incalculable lo que podrían hacer...”.
El miedo ha invadido a los habitantes de la ciudad costera de Manta, en Manabí. El secuestro de la hija del primer comandante de la agrupación criminal Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, les quitó la tranquilidad.
La noticia de su plagio no fue confirmada por las autoridades, sino por los familiares de la joven de 19 años, identificada como Michelle Macías. Ellos difundieron fotografías para que los contactaran en caso de que alguien conociera detalles de su ubicación o la hubiera visto.
Pero ella no fue la única víctima en este hecho delictivo, hubo otra perjudicada: María Villavicencio, de 21 años, con quien habrían salido de un centro de belleza donde estudiaban Cosmetología desde hace cinco meses, en la ciudadela Los Gavilanes.
Esto fue confirmado por la propietaria del establecimiento, Martha Cedeño, quien además sostuvo que no escuchó “gritos ni nada, solo a un vecino que alertó que algo afuera estaba pasando”. En consecuencia, habrían llamado al 911, para alertar lo ocurrido, la noche del miércoles 17 de noviembre.
Poco después de reportarse el caso, un vehículo fue encontrado incinerado sobre un terreno oscuro y desolado de la vía San Mateo-Santa Marianita. Se trataba de un carro de características similiares al utilizado por los raptores.
Con esos primeros detalles, la Unidad Antiextorsión y Secuestros (UNASE) empezó la investigación que busca dar con la ubicación de Michelle, quien en 2019 fue reina de belleza de la Cámara de Comercio de Manta, y su amiga.
Según un reporte policial, las víctimas fueron pasadas de un vehículo blanco a otro de color azul, antes de que el primer automotor fuera quemado.
Clamor
En redes sociales, se puede ver la desesperación que existe en los familiares de las afectadas. En una publicación de Genny Alcívar, tía de Michelle, se lee: “muy pronto estarás con nosotros (...). Con fe que volverás pronto sana y salva...”.
Hasta el cierre de esta edición, eran solo los allegados quienes seguían subiendo información en diferentes plataformas. La Policía, en cambio, no hizo un pronunciamiento oficial relacionado con los avances de la investigación.
Tampoco se pudo conocer de su parte otro dato que extraoficialmente se conoció: que Los Choneros habían ordenado la movilización de sus bases, para que estuvieran atentas a cualquier desenlace.
El panorama
De este hecho no existen hipótesis oficiales. Y es algo normal en este tipo de casos, explica Kléber Carrión León, teniente coronel en estado pasivo y fundador de la UNASE en el año 2000. “No creo que alguien pueda acertar con una hipótesis cierta. Todo será una mera teoría, de la que habrá mucho que esperar para saber a dónde se va”.
El investigador, quien además es abogado, explica tambén que si se busca realizar una negociación, “no existen expectativas de lo que se vaya a negociar. Ese es el punto. ¿Qué se va a negociar? ¿La vida de una persona, la devolución de un cargamento o un espacio para hagan sus actividades ilícitas? ¿Se va a esperar a que exista otro secuestro para que haya igualdad de condiciones? ”.
Para Carrión, todos los indicadores apuntan a situaciones ilegales, con las que no se pueden realizar acuerdos.
El experto menciona que la delincuencia organizada busca mandar “mensajes de miedo”, pero esta vez se ha visto una ‘evolución’, porque han tocado a la familia. “Están dando un mensaje de zozobra, porque el creer que está secuestrada o desaparecida, presumiendo una muerte, es espeluznante”, señala.
Además, argumenta que habría que ponerse en los zapatos del padre, sea quien sea, para analizar cómo actuaría.
El especialista indica que “toda acción trae una reacción” y que en caso de que hubiera consecuencias fatales, el papá “no se va a quedar de brazos cruzados (...). Las reacciones buscarán ser más fuertes que el golpe inicial. Entonces, ¿qué se espera? Es incalculable lo que podrían hacer. La conducta delictiva no tiene un límite...”.
Carrión lamenta que nos encontremos en un “Estado permisivo” y que en lugar de los presos busquen una reinserción a la sociedad, seamos “nosotros los que estemos en medio de esta guerra”.
El jurista detalla que preliminarmente podría hablar de dos posibilidades: una sería que alguien busque someter a Los Choneros, en búsqueda de algún beneficio, como hacer que disminuya la violencia con la que actuarían en las cárceles, y la otra: “una especie de supremacía de control”, en la que una agrupación busca demostrar que es superior.
“Ya llegamos al narcoterrorismo. Ya estamos viviendo esto. Son acciones de terror. Y no es una acción solo dirigida a Fito y a su familia, sino una acción de terror a toda la ciudadanía”, enfatiza.
Con Carrión coincide Daniel Pontón, decano de Seguridad y Defensa, del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN): “creo eso, que ya estamos en un nivel de narcoterrorismo, sobre todo cuando detonan una serie de factores que lo van incrementando, como el poder del narcotráfico, inacción del estado y reacción tardía”.
El especialista también hace referencia a los medios de comunicación, porque a través de estos se difunden los hechos de violencia y “de una forma u otra se genera una batalla moral contra el Estado (de parte de los criminales) que la ganan ellos (porque hacen notar de lo que son capaces)”.
Y para Pontón, esto puede acarrear otros problemas que causarían mucha preocupación en el territorio nacional, como atentados que hasta ahora no hemos experimentado.
También recomienda no confiarse de la situación pasiva que hay en las cárceles fuera de Guayaquil como las de Turi, en Azuay, y la de Latacunga, en Latacunga, porque así como pueden detonar hechos de violencia en las calles, puede pasar en esos centros penitenciarios, “que están aparentemente tranquilos”.
Sin embargo, Pontón concluye que “en lo primero que hay que focalizarse es en la seguridad de esa pobre chica”, pues de eso dependería la situación de la violencia criminal en Ecuador, porque “podría venir una guerra desenfrenada, sobre todo porque ya se meten con la familia (...). Esperemos que, a pesar de la gravedad, sea solo un mensaje lo que está ocurriendo”. (AG-SCM)