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Una obra que inició este año y quedó estancada en la avenida Juan León Mera, que divide a los sectores El Paraíso, Hogar y Techo, Abel Gilbert 2 y Santa Rosa, interrumpe el tránsito vehicular.Carlos Klínger / EXTRA

¡Durán se convierte en una 'ciudadela privada'... privada de todo!

Sus habitantes reclaman por el aumento en el valor del impuesto predial. El servicio de agua potable les llega por tanqueros y no hay alcantarillado.

“Esta es una ciudadela privada, pero privada de todo: de agua potable, alcantarillado y obras municipales en general”. Así sintetiza José Rivera lo que hace falta en el sector donde vive desde hace 18 años, en Eloy Alfaro, Durán. Esta es una queja que se replica en todos los rincones del tercer cantón que forma parte de la Zona 8 (además de Guayaquil y Samborondón), donde sus habitantes están cansados, enojados y hasta resignados a reclamar por obras que justifiquen el alto costo de los impuestos prediales, que este año se duplicó, sin nada a cambio. 

Rivera, quien habita en la cooperativa 5 de Junio, asegura que el año pasado pagó alrededor de $ 40 por impuesto predial, pero este año le cobraron $ 100. Aunque desconoce por qué el Municipio subió los prediales, cree que fue por una obra de construcción de bordillos en una de las calles polvorientas de su sector, en el mes de enero, pero dichos trabajos quedaron inconclusos. 

La vía que está al frente de su casa es de tierra. No hay aceras, bordillos ni mucho menos alcantarillado. Solo cuentan con la instalación de la tubería de agua potable, pero sin medidor ni conexión, a pesar de que la anterior administración municipal la colocó con la promesa de dotarlos del líquido vital 24/7.

“En verano comemos polvo y en invierno nos hundimos en agua de lluvia... Aquí se coge agua por tanquero, que cobra 1 dólar. En mi casa gastamos 60 dólares al mes y solo somos cinco personas... La actual administración ni siquiera viene por acá”, lamenta el ciudadano.

Lo mismo sostiene Enrique Ramos, un comerciante del sector. “El agua llega por horas, en la noche. Hay agua por tanqueros, pero no hay por tuberías... No hay alcantarillado, bordillos tampoco, aceras por ahí ni a la mitad... El alcalde ni camina por acá, solo se lo veía en campaña. Se ha perdido”, asegura, mientras muestra una zanja donde la maleza y la basura generan insalubridad. Luis Guerrero, de la cooperativa Hogar y Techo, que lindera con la Abel Gilbert Pontón 2, la Elsa Bucaram y Santa Rosa, dice que allí esperan a “un nuevo alcalde que llegue con obras y más seguridad, todo el mundo reclama eso”.

El cantón Durán cuenta con 315.000 habitantes empadronados, pero se estima que su población es más alta porque hay sectores que aún no están registrados.

Luis Saltos se muestra resignado. En los 20 años que lleva en Hogar y Techo, apenas ha visto que han asfaltado las calles. Su reclamo es el mismo que el de José, Enrique, su tocayo Luis y muchos habitantes: “No hay agua potable, alcantarillado y los malos olores que se generan de este terreno ya no se soportan”. Por eso ha decidido vender su vivienda, porque además de esos problemas tampoco hay seguridad, aunque afirma que paga alrededor de $ 80 en total por prediales, tasa de seguridad, entre otros rubros.

Aunque en ciertos sectores reciben el agua por horas y por días, las multas llegan por no pagar a tiempo.Carlos Klínger / EXTRA

En el sector se han colocado en varias casas y predios vacíos avisos de juicios de coactiva. “El alcalde está cobrando, pero por aquí no recibimos casi obras del Municipio... Se utiliza pozo séptico por falta de alcantarillado. Durán está muy atrasado en servicios básicos. Se ve obra física ‘lambeteada’ por encima, pero por debajo no hay nada”, se queja Carlos Astudillo.

Alfredo Carrasco, del Comité de Usuarios de Durán, explica que antes se quejaban ante la Defensoría del Pueblo, como lo hicieron en el tema del transporte, otro de los problemas en el cantón. “Pero no tienen poder coercitivo”. 

Y aunque ante las falencias que viven se creó un frente denominado Los Cabreados de Durán, Adolfo Cassagne ya se ha echado al dolor. “Ya no decimos nada porque no sabemos si de pronto nos den un tiro por reclamar nuestros derechos”, advierte con recelo.