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El drama de la madre y las hijas de la mujer víctima de un atentado con ácido hace 7 años en Guayaquil
Una de las niñas aún tiene las cicatrices. Estas no han podido ser borradas del cuerpo ni de la memoria. Abuelos quedaron al cuiadado de las menores
Las heridas están intactas. Los casi 7 años transcurridos desde la muerte de la mayor de sus cuatro hijos, Daysi Alexandra Murrieta Ronquillo, no han logrado cicatrizar en el corazón de Francisca la pena que dejó su trágica e inesperada partida.
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El 5 de diciembre de 2016, una mujer llegó hasta el departamento ubicado en la segunda planta de la casa donde alquilaba su hija y cuando ella abrió la puerta le esparció el ácido que llevaba en un envase. La menor de las niñas de Daysi, quien en aquel entonces tenía 6 años, también resultó afectada, parte del químico le cayó en el rostro, cuello, tórax y brazos. A su hermanita, un año mayor, le salpicó levemente en sus extremidades superiores.
La mujer, quien dos días antes de su desgracia había celebrado sus 29 años de vida con una reunión donde asistieron familiares y amigos, permaneció 53 días en terapia intensiva en un hospital de la ciudad. Lamentablemente, las quemaduras provocadas por la sustancia, en el 49 por ciento del cuerpo, le causaron la muerte.
Desde el día en que la desgracia tocó la puerta de la casa de Daysi Alexandra, la vida de Francisca, de 53 años y de sus familiares, ha sido una agonía de la que les ha sido difícil recuperarse. Y lo que hace más grande su aflicción es que pese a que proporcionaron tanto a la Policía como a la Fiscalía el nombre de quien habría sido la autora intelectual del atentado, nunca esta persona fue detenida, ni siquiera para investigación.
Tras la muerte de su hija, la señora y su esposo quedaron al cuidado de sus nietas y les tocó batallar no solo para sobrellevar su propia tristeza y duelo, sino para ser el bastón en el que se sostienen las niñas, quienes ahora tienen 13 y 14 años.
Con su rostro afligido y su voz quebrada cuando habla de Daysi, doña Francisca menciona que de su memoria no se borra la última conversación con su hija y el abrazo que le dio antes de salir de su domicilio ubicado en el norte del Puerto Principal. Sin embargo, para hacer menos pesada su carga, por ratos cierra sus ojos e imagina que su hija está de viaje y que en algún momento volverá a casa.
“Con la muerte de mi hija se llevaron una parte de mi vida. No hay día en que no la piense, que no la recuerde. Me hago la idea de que está de viaje o que está trabajando, no logro asimilar que no volverá, creo que nunca lo haré. Cuando se enamoró de este hombre, que era nuestro vecino, comenzó su desgracia. Siempre tuve un mal presentimiento, no me gustaba él ni su familia y se lo dije a Daysi, pero no me hizo caso”, expresa.
- La ve en sueños
Para ayudar con los gastos de su hogar, doña Francisca vende bollos, corviches, tortillas. Reconoce que no puede quedarse de brazos cruzados, ya que con el sueldo de su esposo no pueden cubrir los gastos del hogar y el tratamiento de la menor de las niñas, quien aún requiere de cremas que ayudan a cicatrizar las aún visibles quemaduras en su rostro.
Mientras rememora la tragedia que le arrebató a su eterna princesa, hace una pausa, aprieta las manos de sus nietas y mira un cuadro con la foto de Daysi que cuelga en la pared que está junto a la puerta de ingreso de su casa. “Parece que la estoy viendo entrar. Llegaba con un dulcecito para sus hijas. Ellas corrían a abrazarla. ‘¿Mamita, qué hiciste de comer?’, preguntaba con una sonrisa. Por ahora lo que me da sosiego es ver crecer a a mis nietas y en sueños poder abrazar y acariciar el rostro de mi amada Daysi”.
Ayer, 25 de noviembre, se conmemoró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En Ecuador, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), 6 de cada 10 mujeres sufren de violencia de género. Recordar esta fecha hace que a Francisca le embargue un sentimiento de frustración e impotencia por el hecho de que la persona que le arrebató a la mayor de sus hijas está libre.
“Cómo se puede erradicar la violencia si la justicia violenta los derechos de nosotros los pobres. Ni ese hombre ni su sobrina volvieron por el barrio, nunca hubo detenidos. Pido justicia, que se investigue, que se llegue hasta las últimas consecuencias, presenté los mensajes donde la sobrina del novio de mi hija le decía ‘te voy a quitar la sonrisa de la cara’ y esa mujer lo hizo realidad”, afirma.
- Archivaron la investigación
El 31 de enero de 2022, la investigación por la muerte de Daysi Alexandra fue archivada por la Fiscalía, según consta en la página de la Función Judicial.
“El suscrito juez acepta el pedido de la Fiscalía y resuelve el archivo de la investigación previa de la presente causa y, por lo tanto, se ordena el archivo del presente expediente; dejándose establecido que esta resolución no podrá ser modificada, hasta tanto y cuanto no varíen las circunstancias que la fundamentaron”, consta en el expediente.
La denuncia por la muerte de Daysi fue presentada por su madre e investigada en la Unidad Judicial Norte 1 penal con sede en el cantón Guayaquil, provincia del Guayas.
El fiscal César Peña explica que aunque el caso sea archivado esto no implica que la causa prescribió y que la Fiscalía puede reabrir el proceso cuando encuentre elementos o indicios que conduzcan a la investigación de una persona.
Explica que según el Código Orgánico Integral Penal (COIP) el delito de asesinato prescribe a los 26 años, es decir, el máximo de la pena por delito. “Lo recomendable es que los afectados, testigos o víctimas que tengan conocimiento de que existe un sospechoso pidan a la Fiscalía que requiera al juez que dispuso el archivo que ordene la apertura de la investigación para, posteriormente, formular cargos. Un crimen no puede quedar en la impunidad”, sentencia.
- Ayuda psicológica y socioeducativa
Joselyn Pispira, psicóloga y terapeuta del Centro Ecuatoriano para la promoción y acción de la Mujer (Cepam), considera en el caso de las niñas, quienes no solo fueron víctimas, sino testigos del suceso, que era necesario que el Estado les provea de una atención psicológica especializada y también apoyo socioeducativo y económico.
“Las niñas debieron tener ayuda de expertos especializados en traumas, en consecuencia de violencia de género, porque si no el efecto sería contrario, retraumatización, revictimización. Y el acompañamiento debe ser en sus distintos ciclos de vida, no hacerlo sería un abandono implícito de parte del Estado”, afirma.
En el caso de las niñas hay dos situaciones que deben procesar: una es la pérdida de su mamá en un contexto de violencia y otra es que ellas también fueron víctimas directas, a pesar de que no eran el objetivo principal, pero las marcas de violencia quedaron y estas deben ser reparadas, sostiene la especialista.
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