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Guayaquil

El rapero venezolano batallará para coronarse campeón de la Red Bull Internacional.CARLOS KLINGER

Diego Flores, un campeón contra todo pronóstico

El rapero venezolano representará a Ecuador en la competencia más importante de freestyle el 10 de diciembre, en México. Estará junto a raperos como Aczino, Blon, Gazir, Skone.

Diego Flores se asoma a la ventana de su casa y entre las rendijas, en la esquina de su barrio de Guayaquil, ve su objetivo. Lo sigue de cerca. Le dice a su hermano menor que vaya hasta el lugar y revise aquello que tanto ha deseado durante los últimos seis meses. “¡Diego, Diego, el colchón está bueno”, se escucha a lo lejos. Desesperado y esperando que el vecino que lo tiró no se arrepienta, va corriendo y recoge su premio. Esa noche de 2019 fue la primera vez que durmió en una cama luego de llegar a Ecuador.

“Afronté una vida de adulto con 15 o 16 años. Venía con otra mentalidad y te encuentras en una crisis, fallas económicas, xenofobia. Te miran raro por cómo hablas”, recuerda el freestyler venezolano, mientras está sentado en el sofá de su sala con su mascota Nube, que es su guardián desde hace cuatro meses.

Sus recuerdos son distantes. Los relata como si fueran de otra vida, quizás la de alguien más. Pero no. Los golpes de realidad llegan. La voz le hace, de vez en cuando, un ‘knock out’ y queda en silencio. Sí, sí, le pasó a él esa historia. “Lo que más me dolió fue enfrentarme a un mundo nuevo sabiendo que no era bienvenido en ese momento. Aunque también reconozco que hubo personas que me ayudaron”.

En esos días tuvo que dejar los estudios por unos meses. Recorrió las calles de Guayaquil junto a su familia vendiendo agua, jugos y almuerzos. Hubo días en los que la vida les pesaba más que otros, aunque siempre se mantuvieron unidos.

Pero en las caídas lo único que puede sentirse es el vértigo. Más allá de ello, solo el vacío. Entonces, el freestyle llegó a Diego como ese colchón que amortiguó el impacto de la vida.

Su plan nunca fue rapear, dado que en Venezuela era deportista de alto rendimiento. Integró la selección sub-15 de waterpolo y cuando llegó a Ecuador intentó continuar su sueño, pero no pudo. “Me gané una beca para irme a Estados Unidos por dos años y como no tenía visa, además de no ser ecuatoriano, no pude ir”.

Unos meses después, sin haber practicado mucho freestyle, acudió a una batalla de raperos en el parque Samanes, donde solo recibían personas que nunca habían batallado. Ahí ganó su primera competencia. “El freestyle y la música han sido mi salvación, pero fue una salida a ese mundo en el que me encontraba. Un mundo peligroso, complicado, de fallas y carencias”.

Un sueño no esperado

Hay sueños que se crean. Con el paso del tiempo los humanos cambian, llegan pasiones y se van otras tantas. Diego ha estado fluctuando en ese vaivén que empezó en Venezuela anhelando ser deportista profesional y terminó en Ecuador con un micrófono en la mano improvisando rimas.

El músico venezolano se dio cuenta de que su vida continuaría por la senda del rap en noviembre de 2019, montado sobre un escenario. A esa competencia ingresó porque un conocido, quien estaba en la logística, dejó que pagara su entrada con trabajo vendiendo cervezas en el evento.

Pero en la vida no suelen ocurrir muchas coincidencias. Él solamente estuvo en el lugar que le correspondía, a la hora que debía ser. Un participante no acudió y abrieron una vacante nueva. Pidió dinero entre los asistentes y no completó los $ 3 necesarios, pero lo dejaron competir pagando los $ 2,50 que tenía.

Diego, junto a su mascota NubeCARLOS KLINGER

Las cuatro batallas de repechaje las ganó y así se coló en la competencia final. “Pasé todas las fases y cuando llegué a la final no había entendido cómo estaba ahí. Gané el torneo y fue mi primer premio económico de $ 30. Ahí dije que quiero seguir en esto”.

Cuando estaba en su pico máximo, en aquella nube de la que no quería bajarse, volvió a caer. La pandemia de 2020 frenó todo y ahí nació una de las cargas que aún conserva: el insomnio.

Los meses pasaron y de esos momentos los recuerdos están en blanco. Solo sabe que el tiempo avanzaba con su inercia y lo arrastraba.

En la cima del freestyle

El trofeo de la Red Bull Nacional que ganó hace unos meses está guardado en su habitación. Lo mira cada día cuando se levanta. “Es pesado, mucho más de lo que la gente piensa”, dice sosteniéndolo con su mano derecha.

No estaba en sus planes participar. Estuvo sin batallar casi por cinco meses antes de esa competencia. “No quería estar en la Red Bull. Perdí en octavos el año pasado de una manera muy rara. Iba con las expectativas muy altas porque entrené mucho y fue un golpe duro”, reconoce.

Pero hay golpes necesarios. Un boxeador no puede consagrarse sin un punch sobre su mandíbula que lo deje casi fuera del combate. Un ciclista no puede llegar a la cima si alguna vez no ha tenido sangre sobre sus hombros y rodillas. Asimismo, Diego no podía ser campeón nacional sin las marcas de su pasado.

Por eso lleva consigo cicatrices que le recuerdan historias. A veces son objetos que guardan reminiscencias. En el caso de Diego, es un tarjetón de una de las competencias en las que estuvo y que guardó. Sobre el cartón blanco, que aún sigue impoluto, se lee “H I S T O R I A”. Así, en mayúsculas, con un espacio entre cada letra.

Diego no se cansa de verlo. Considera que es poético. Era lo único que había podido conseguir de Red Bull en sus tres años de carrera y ahora lo acompaña como uno de los trofeos más importantes de esta competencia.

Para conseguirlo tuvo que sudar sangre. En la final se enfrentó a Switch, un referente del freestyle en Ecuador. El público de Quito, que toda la noche lo había apoyado, estaba en su contra.

Al final, y contra todo pronóstico, pudo coronarse campeón, pero la sensación de éxtasis solo duró dos días. “Después de ganar la gente me amenazó. Amenazaron a mi familia. Me dijeron: ‘Veneco hijue...’. Estuve durante siete días con depresión y ansiedad. A mis 18 años cumplí uno de mis sueños y algunas personas me pagaron así”, expresa.

"Después de ganar la Red Bull Nacional amenazaron a mi familia. Me dijeron 'veneco hijue...' Estuve en depresión y ansiedad por una semana",Diego Flores

Pero en su cabeza, pese a la crudeza de esos instantes, se mantiene el momento cuando la cuenta regresiva del host llegó a cero y alzaron su mano, igual que a un boxeador luego de ganar una batalla. Sus rodillas cedieron y cayó al suelo. Sobre él se formó una turba y no hubo que decir nada más: se coronó campeón nacional. “No voy a México de vacaciones, voy a hacer mi trabajo: representar bien. Me pondré la bandera y saldré a rapear con ímpetu. Vinimos a hacer las cosas que se debieron hacer hace años”.