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¡Desbordan carencias, amor y ‘cachos’!
El letrero con la denominación Calle Amores está colocado en un tubo de una Casa Contenedor. Las parejas suelen caminar cogiditas de las manos.
La calle es polvorienta y sin nombre. Las casas son de construcción mixta y muchas están rodeadas de vegetación. Carecen de servicios básicos, pero hay algo que no escasea en este barrio ubicado en la cooperativa Tres Bocas, de Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil: amor.
José Ángel Cevallos Rosado, morador de la zona, afirma que sus habitantes, especialmente las damas, entregan su corazoncito más de una vez y renuevan pareja como cambiarse de ropa.
“Las más enamoradizas son las mujeres. Hasta hace poco, en esta calle vivía una vecina a quien en menos de un año le conocimos más de seis parejas, a todos los llevaba a su casa. Una semana la veíamos con una persona, al parecer se cansaba de ellos o se peleaban, porque a la semana siguiente llegaba con otro, entraban ‘cogiditos’ de la mano y como si nada”, cuenta Cevallos.
Pero los amores de Marlene, como llamaremos a la mujer, no son las únicas que se conocen. En esta calle lastrada y olvidada de la ciudad hay un par de damas, quienes también se caracterizan por sus constantes romances y por cambiar de ‘novios’ con mucha frecuencia, refiere el morador.
La particularidad de las féminas de esta zona porteña fue el impulso para que a José Ángel se le ‘prendiera el foco’ e ideara no solo un nombre para la calle donde habita desde hace más de dos décadas, sino también colocara un letrero.
Para su elaboración no necesitó de muchas herramientas ni de una gran cantidad de dinero. Le bastó con un pedazo de plywood (madera), un marcador permanente y, lo más importante, la aprobación de su esposa, Leonor Julia Peña Jiménez.
“Ese día terminaba de jugar voley y vi a la vecina entrar con otro hombre, no era el mismo con el que había llegado días antes. Luego le comenté a mi señora: esta calle está llena de amor, las señoras del barrio tienen un amplio corazón. Mija, ya que no tiene nombre vamos a ponerle Calle Amores, hago el letrerito y lo colocó en la esquina, en un lugar alto para que quien pase lo vea”, rememora.
El rótulo tiene 50 centímetros de alto y 60 de ancho, y está sujeto a un tubo, en la cerca de una casa esquinera, en la cuadra conformada por 15 viviendas. Fue colocado a finales de marzo, días en que las personas casi no salían de sus hogares por la emergencia sanitaria debido al COVID-19.
Amores de novela
José Ángel cuenta que con su esposa veían la novela Calle Amores, que se transmitía en un canal de televisión nacional, y que los enredos sentimentales en dicha serie eran muy parecidos a los que ocurren en su barrio.
“Aquí las vecinas tienen muchos amores como en la novela. Se va uno y como que no haya pasado nada, mañana traen a otro; son más las mujeres, y en especial tres vecinas. Lo del letrero fue algo que se me ocurrió de un momento a otro; aunque también quería ponerle unas lucecitas y dos cachos, uno en cada lado, pero mi esposa ya no me dejó”, acota Cevallos mientras con sus manos gesticula de cómo serían las astas.
moradorJosé Ángel Cevallos, morador
José Ángel tiene 58 años y es oriundo de Quevedo, provincia de Los Ríos; lleva 40 años residiendo en el Puerto Principal. Ha tenido dos compromisos y procreó tres hijos. Mantiene 20 años de amistad con Leonor, pero hace 36 meses decidieron darse una oportunidad en el amor y formalizaron su relación.
“Ella fue quien me conquistó, me sedujo, me atrapó, me enamoró”, expresa el riosense mientras suelta una carcajada.
Leonor, quien es oriunda de la provincia de El Oro, también conoce de las andanzas de sus vecinas y de una en particular... la señora Marlene.
“¡Ella es terrible! Todos sabemos que tiene varios amores y que a todos los mete a su casa. Ya nos enseñamos a verla un día con uno y al día siguiente con otro. Pero no es la única, hay otras vecinas que también ‘mudan’ de pareja y chicas que se hacen de compromiso a muy temprana edad. Los varones también son ‘grillos’, pero las mujeres les ganan”, sostiene.
Sin embargo a Elizabeth Coello, otra moradora, el letrero le tomó por sorpresa, pues asegura que tiene menos de un año viviendo en el sector y desconoce las aventuras amorosas de sus vecinas. “Un día salí a la tienda y vi el letrero, me cuentan que es por una señora del barrio, pero no sé quién lo puso ni quién es la mujer de la que hablan”, sostiene.
Otra residente, Milagro Rosado, tiene claro a quiénes hace alusión el cartel. Conoce muy de cerca a una de las féminas y dice que su vecina ha tenido varios compromisos y ahora vive con otro hombre, pero es su comadre y prefiere no hablar de ella y menos dar detalles de su vida amorosa.
Pobreza y necesidades
Este sector carece de agua potable, servicio eléctrico, alcantarillado y teléfono. Sus habitantes se abastecen del líquido vital cada dos días, a través de tanqueros (el tanque cuesta 75 centavos). La vía no está asfaltada y algunos terrenos aún no están legalizados.
“Hace 13 años recogimos dinero entre los moradores y comparamos un transformador, este abastece de luz a tres manzanas de la zona”, indica José Ángel.
Leonor recuerda que antes por las noches utilizaban velas y para cocinar lo hacían con leña. “Tenemos pozo séptico. Llevamos cerca de 20 años viviendo así, esperamos pronto contar con servicios básicos y que las vecinas encuentren al amor de su vida para que ya no cambien tanto de pareja”, manifiesta sonriente la orense.