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Decapitado en Quito: “¿Cómo pudieron matarlo de esa forma tan terrible?”
Un año después del macabro asesinato de Luis Picho, su familia narra el dolor que han cargado desde el hallazgo de sus restos.
“Tengo que ser fuerte, pero no siempre puedo”, admite Inés, aferrada a la fotografía de Luis Picho, el mayor de sus dos hijos, en la que él viste un terno color café.
Luis tenía 43 años y vivía con su madre en Lumbisí, oriente de Quito, cuando fue decapitado, presuntamente, por su arrendatario, identificado como Carlos Oswaldo Tutillo, el 21 de marzo de 2024.
Este viernes se cumplió un año del fatídico crimen, ocurrido tras una discusión con el sospechoso. Luis fue asesinado en su propio terreno, donde el agresor tenía una mecánica. Recibió un golpe mortal en la cabeza.
Inés (67) recuerda las horas trágicas de este suceso, cuyo juicio está previsto para mayo de este año. “Él era tan bueno conmigo, siempre estuvo pendiente de mí. ¿Cómo pudieron quitarle la vida de esa manera tan terrible?”, lamenta. Ella y su familia no han recibido ayuda psicológica para sobrellevar esta tragedia.

La desaparición
Los momentos que compartió Luis con su familia se mezclan con el dolor y hacen que la herida sea más profunda para Inés. “Yo me despertaba a las cuatro de la mañana para prepararle su comida. Le gustaban las sopas de maíz o de trigo”.
El 21 de marzo, Luis desayunó temprano, como todos los días, y luego guardó el almuerzo en un recipiente plástico dentro de su mochila. Se vistió con un jean grisáceo, una camiseta azul y una chompa negra, y partió a la textilera donde laboraba, ubicada en Tumbaco, cerca de Lumbisí (sector donde también tenía el terreno y lo alquilaba).
“Llegaba del trabajo a las cinco y media de la tarde. Cuando se quedaba haciendo algo, siempre me llamaba a decirme que tardaría un poco más”, explica Inés, quien ese día lo esperaba con la merienda, como de costumbre.
Pero Luis, por primera vez, no volvió a casa. “Quise contactarme con ‘mijo’, pero su teléfono estaba apagado. De ahí le llamé a mi otro hijo (Patricio, el menor) para decirle que no llegaba su hermano”.
El ñaño de Luis llamó a los amigos, pero nadie le dio razón. Buscaron por zonas aledañas, sin ningún resultado positivo. Hasta ese momento, la familia creía que nada malo había ocurrido. “No pude dormir y llamaba toda la madrugada, pero nada”.
Según los parientes, Luis había llegado a la mecánica de Tutillo a eso de las 16:34. En el proceso judicial consta que ambos discutieron y la víctima recibió un golpe mortal en la cabeza. “Mientras agonizaba, le removieron la cabeza con un solo corte”, detalla Gabriela, cuñada de Patricio.
¿Cómo fue la búsqueda?
Al día siguiente, 22 de marzo, Inés buscó a su hijo donde otros allegados, pero no obtuvo noticias. Patricio fue a la textilera junto con Gabriela y más seres queridos. “Les pedimos que nos ayudaran con los videos de las cámaras de seguridad y vimos que mi hermano salió pasadas las tres de la tarde (del 21 de marzo)”.
Entonces, se les ocurrió ir a la mecánica de Tutillo a preguntarle si lo habían visto, pero él aseguró que no. “Mi hermano era dueño de un terreno y arrendó una parte a este hombre. Le pagaba 70 dólares mensuales, pero siempre tuvo problemas con él. No le daba las cuotas y debía hasta de los servicios básicos”.

Esa misma tarde, Tutillo, presuntamente, se llevó la cabeza en una funda hasta un sector llamado Parque Ecológico, alquilando el taxi de un amigo. “Había dicho que era una funda con basura. Se había bajado del carro y caminó solo hasta el lugar donde la arrojó”, cuenta Patricio.
Durante la madrugada del 23 de marzo, el mecánico intentó trasladar el resto del cadáver en el mismo taxi. Sin embargo, el conductor se negó al percibir un fuerte olor. Regresó a la mecánica con los restos. “Creemos que, al no tener más tiempo, los arrojó en la parte trasera del terreno, donde finalmente fueron hallados”, asume el hermano de la víctima.
El primer hallazgo
La familia de Luis difundió la noticia de su desaparición en redes sociales: pusieron su fotografía y los números telefónicos para que los contactaran. Posteriormente, fueron a denunciar el hecho.
A las 06:00 del 23 de marzo, los pobladores de Lumbisí conformaron brigadas para encontrar a su vecino. “Se reunieron más de 100 personas en el parque central y partimos a muchos sitios”, cuenta Gabriela.

Mientras el día avanzaba, Patricio recibió al menos 30 llamadas exigiéndole dinero por la liberación de su hermano, ya que decían que lo tenían secuestrado, algo que no fue confirmado. Al parecer, criminales quisieron aprovecharse de la situación.
A las 17:30, los lumbiseños llegaron al terreno de Luis, donde hallaron un bulto en un espacio baldío, en la parte trasera del lote. “Un primo nos llamó, alarmado, para decirnos lo que había localizado”, recuerda Patricio, entre lágrimas.
Los policías confirmaron que se trataba de un cuerpo. “Mis parientes me llamaron a decirme que habían encontrado a ‘mijo’. Yo estaba en la casa y bajé corriendo”, rememora Inés.
Entretanto, Patricio fue convocado por los investigadores, que rodeaban la escena, a reconocer los restos y él confirmó que era su hermano. “Estaba con la ropita con la que salió al trabajo. Quise abalanzarme para abrazarlo, pero no me dejaron. Fue un impacto muy grande”, expresa con pesar.
El segundo hallazgo
Los parientes pensaron que el suplicio había terminado, pero al levantar la chompa que cubría el área de la cabeza, notaron que Luis había sido decapitado. Su cráneo no estaba en la escena. “No lo podíamos creer. Sufría mucho por mi mamá, porque no sabía cómo decírselo, pero alguien ya le había contado lo que encontramos”, dice Patricio, quien se organizó nuevamente con sus vecinos para buscar lo que faltaba.
El domingo, asimismo, se reunieron para dar con la cabeza, la cual fue encontrada en una quebrada del Parque Ecológico. “El testimonio del taxista nos ayudó mucho para hallar la otra parte. Él dijo que le había hecho una carrera a Tutillo, porque este le pidió que lo llevara a ese lugar para botar una funda de basura”.
El mecánico fue detenido, pero horas más tarde fue liberado porque terminó la flagrancia, cuentan los seres queridos de Luis. Cinco meses después, Tutillo fue nuevamente localizado, esta vez en Calderón, norte de Quito, y lo aprehendieron por el delito de asesinato.
Desde entonces, la familia no ha logrado superar la tragedia. Solamente esperan que, de ser culpable, Tutillo pague con la pena máxima y aplacar, en algo, la inmensa tristeza que Inés y los suyos sienten.

La historia de los chulqueros
Carlos Oswaldo Tutillo dio su versión y aseguró que él había puesto en contacto a Luis Picho con unos chulqueros. Según su testimonio, la víctima necesitaba dinero y estos prestamistas le habrían exigido cuotas de 200 dólares mensuales. Como no había pagado, supuestamente fueron ellos quienes lo asesinaron.
Tutillo afirmó que el 21 de marzo no vio a Luis, ya que estaba comprando unas almohadillas para realizar proformas de trabajo. Según su testimonio, al día siguiente, mientras bebía con su amigo taxista, llegó uno de los presuntos chulqueros, de nacionalidad colombiana, y le entregó una funda. “Me dijo que la botara, porque era un perro muerto” , relató el sospechoso.
De acuerdo con su versión, le pidió a su amigo taxista que lo llevara hasta el Parque Ecológico para deshacerse de la bolsa, sin saber que dentro estaba la cabeza de Luis.
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