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Crimen del padre Enrique Arcos: los asesinos serían sociópatas

Ambateños despidieron con lágrimas al sacerdote en el Coliseo La Salle

La comunidad católica de Ambato, en Tungurahua, está sumida en el dolor e incertidumbre. La noticia de la muerte trágica del padre Enrique Fabián Arcos Sevilla, de 53 años, sacudió a la población que recibió sus restos la noche del 5 de noviembre desde la morgue de Quito a donde fue llevado tras su hallazgo.

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Ayer, decenas de personas hicieron largas filas en el velorio, dentro del Coliseo de la Unidad Educativa La Salle, sur de Ambato. Los presentes querían ofrecer sus condolencias a los familiares del sacerdote, quienes permanecían consternados, abrazando la fe como único consuelo en este difícil momento.

Entre los asistentes estaba Viviana Cerda, quien conoció al padre cuando él servía en la parroquia El Buen Pastor y, desde entonces, le guardaba gran aprecio. “Me dio una gran alegría cuando me enteré de que lo transferían a Huachi Chico, donde yo vivo. Parecía un regalo de Dios tenerlo tan cerca. Pero nunca imaginé que su estancia ahí sería tan corta”, expresó Viviana con lágrimas. Ella lamentó profundamente no haber asistido a la última misa que celebró el 27 de octubre, tres días antes de su desaparición que culminó con su crimen en Cotopaxi.

#La gente llegó al coliseo de la Unidad Educativa La Salle para despedir al padre.Yadira Illescas

Cristina Sarmiento llegó desde Izamba, parroquia en la que Arcos estuvo durante una década, acompañada de su hija y con una rosa roja y un girasol, que colocó en el féretro del sacerdote como símbolo de amor y gratitud.

Ella recordó que, al enterarse de la desaparición, solo rogaba a Dios para que lo encontraran sano y salvo. “Pero jamás se me pasó por la mente que lo hallarían sin vida”, expresó con voz entrecortada.

Para la devota, la violenta partida de Arcos ha sido una gran pérdida para la comunidad. “Siempre lo recordaré como una persona amable y dispuesta a ayudar. Su muerte nos deja un vacío que no sé cómo vamos a llenar”, añadió.

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La Policía de Tungurahua informó que ya han identificado a dos sospechosos, uno de ellos extranjero, y que la principal hipótesis apunta a un robo, ya que la vivienda del sacerdote fue saqueada y, al parecer, los responsables retiraron dinero de sus cuentas bancarias el 30 de octubre.

La familia de Arcos ha decidido guardar silencio y permitir que las investigaciones sigan su curso. “Estamos devastados y preferimos no hablar del tema en este momento. Solo pedimos justicia y paz”, dijo un familiar cercano.

El sacerdote Fabián Arcos desapareció el 30 de octubre, andaba en un carro rojo.Cortesía

Édison Naranjo, párroco de la Sagrada Familia y amigo de la víctima, comentó que la partida del sacerdote representa una gran pérdida no solo para la iglesia, sino también para la comunidad. “Estamos viviendo una situación muy triste al tener que despedir a alguien tan querido”.

La despedida de Fabián Arcos ha sido un momento de reflexión para muchos, que ven en él un ejemplo de entrega y vocación. Las ofrendas florales llegaron de distintos sectores de la ciudad y sus alrededores, y cada una de ellas con un mensaje de gratitud y esperanza

Cristina Sarmiento llegó con una rosa y un girasol. Lloró al recordar al padrecito.Yadira Illescas

Paula Vernimmen, psicóloga forense, analizó la forma de actuar de los criminales durante el asesinato del padre Arcos y determinó que estos sujetos podrían ser parte de un grupo de delincuencia organizada. “El ganarse la confianza de la víctima es un mecanismo que usan estas personas. Los agresores pudieron incluso haberlo manipulado para pedirle cosas (al sacerdote)”.

Esto porque las investigaciones determinaron que el religioso conocía a los sospechosos. Para Vernimmen, el haberlo asesinado de una manera tan brutal es muestra de que los asesinos tienen claros rasgos sociopáticos.

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