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Irma López y su hija Carolina Zúñiga, hermana y sobrina de Zoila Amada, albergan la esperanza de hallar su cuerpo. Agencia (ag-extra)Christian Vinueza

Covid-19: Un año después de la pandemia y 61 cadáveres siguen en el Laboratorio de Criminalística de Guayaquil

Los restos que están en la morgue no corresponden a los de Zoila López y María Encalada. Sus familiares: ¡Solo lloran sus fotos!

Comparten una misma tragedia. Las guayaquileñas Irma López Valdiviezo y Greta Encalada Bazurto no se conocen, pero hace doce meses viven el mismo padecimiento: sus hermanas Zoila Amada y María Dolores, respectivamente, cumplirán un año de haber fallecido en medio de la pandemia, pero sus cuerpos aún están extraviados.

Ellas, al igual que cientos de familias, recorrieron morgues, hospitales y cementerios de esta ciudad, la más golpeada por la COVID-19 entre marzo y abril del año pasado, en busca de los restos de sus parientes, en una de las escenas más apocalípticas que haya soportado el Puerto Principal.

Para finales de marzo de 2020, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional reportaba el fallecimiento de 79 personas por el coronavirus, y aunque ninguna prueba médica confirmó que Zoila y María fallecieran por el virus, ellas engrosaron la lista de defunciones en el país. Esto, a la par que el Registro Civil Nacional inscribía más de 700 defunciones solo en los últimos días de marzo.

160 CUERPOS fueron entregados a los familiares desde julio de 2020.

A casi un año de la muerte de su hermana, con tristeza Irma evoca la odisea que vivió su familia durante la última semana de este mes, por el deceso de la segunda de sus seis hermanos.

“Mi hermana falleció el 29 de marzo en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de Los Ceibos. Enfermó tres días antes de ser hospitalizada. Por los síntomas confirmamos que tenía COVID, aunque nos aseguraba que solo era un trancazo y que pronto iba a estar bien”.

Recuerda que el 26 de marzo Zoilita, como la llamaba de cariño, fue llevada a una casa de salud, porque tenía dificultad para respirar. “El 27 quedó hospitalizada. Mi sobrina, que es doctora, estuvo pendiente de su madre. Mi hermana murió en sus brazos, justo en día del cumpleaños del tercero de sus hijos”, rememora.

Con plantones familiares exigían la devolución de los cuerpos de sus parientes.Archivo

Irma hace una pausa a su relato, seca sus lágrimas y contempla fijamente el portarretrato colocado sobre una mesa en la sala de su casa. “Ella era mi hermana -señalando la foto-, siete días antes de su fallecimiento cumplió 62 años. Tenía tantas ganas de vivir, tantos proyectos con sus hijos, con sus nietos. Hace dos años se jubiló y recién comenzaba a disfrutar de su familia”, menciona.

Huellas:
Catorce de los 221 cuerpos llevados al Laboratorio de Criminalística de Guayaquil fueron identificados por las huellas dactilares.


Características:
Noventa y cinco cuerpos fueron identificados por su características físicas como lunares y tatuajes. La mayoría tenía entre 50 y 80 años.

Pero tras la muerte de su pariente una nueva angustia afligía a su familia. “¿Cómo decirle a mi papá que su hija murió y que su cadáver se extravió? Cuando mi papá nos preguntaba por Zoilita le decíamos que estaba de viaje y que por el cierre de la frontera no había podido volver”.

Carolina Zúñiga López, sobrina de la fallecida, rememora que durante tres meses no dejaron a su abuelito ver los noticiarios ni leer periódicos. “Nosotros realizamos plantones y si mi abuelo nos podía ver en algún medio de comunicación se podía enterar de lo que estaba pasando”, indica.

Finalmente, una semana después del Día del Padre, tres meses después de la muerte de Zoila, don Nilo, su padre, supo la verdad. “No podíamos ocultárselo por más tiempo. Mi abuelo pegó un grito desgarrador cuando se enteró de la muerte de mi tía”, recuerda Carolina.

Zoila Amada López Valdiviezo falleció el 29 de marzo.Cortesía

Los días han transcurrido, pero el dolor y angustia por la muerte y desaparición del cadáver de Zoila siguen latentes en la familia López Valdiviezo. “Nadie nos da una explicación. No les importa nuestro dolor. No tenemos una tumba donde llevarle una flor, donde llorarla. Nos duele no saber qué pasó con el cuerpo de mi hermana. En el instituto forense nos dijeron que ninguno de los restos que aún están en los congeladores le pertenece”, asevera Irma.

ADN: Por medio de la identificación genética fueron reconocidos 51 cadáveres. 61 aún están en Criminalística.

NO SABE QUE LOLITA MURIÓ

En el hogar de la familia Encalada Bazurto se vive una pena parecida. El 26 de marzo de 2020, María Dolores, la segunda de cuatro hermanas, falleció en su domicilio, mientras aguardaba por atención médica. Los síntomas fueron los mismos de una persona diagnosticada con COVID-19, dolor de cabeza, malestar corporal, fiebre...

Lolita, como la llamaban sus familiares, enfermó dos días antes de fallecer. “Mi hermana trabajaba como guardia de seguridad y una semana antes caminó desde su trabajo en el Guasmo hasta su casa en Los Vergeles porque no había carro. Creemos que esto detonó la enfermedad. Para ese entonces ella no sabía que tenía el virus”, cita Greta.

Greta Encalada (buzo rojo) y su hija Mayra Ramírez miran con desconsuelo la fotografía de María Dolores.Cortesía

La ambulancia que solicitaron para trasladar a su hermana nunca llegó. Lolita fue llevada hasta una casa de salud en una camioneta. “Cuando llegamos, una doctora nos dijo que ya no tenía signos vitales y que la llevemos a casa, que cubramos su cuerpo con una mantita porque por los síntomas había muerto por coronavirus”.

El cadáver permaneció dos días en la sala de su casa hasta que llegó el vehículo de Medicina Legal y lo retiró. “Desde ese momento no volvimos a saber de ella. Recibimos una llamada para indicarnos que la iban a sepultar en el cementerio de Pascuales, esperamos un mes, pero nunca salió en el listado que dijo el Gobierno”, asegura Greta.

A ocho días de que se cumpla un año de su deceso, Ángela Bazurto, madre de Lolita, aún desconoce que ella murió. “Hace algunos años mi mamá sufrió siete infartos y eso le dejó secuelas. Ella no habla, pero cuando ve al único hijo de mi hermana, con la mirada la busca, le decimos que está trabajando. Es lo único que podemos decirle”.

María Dolores Encalada Bazurto, el 26 de marzo.Cortesía

A pesar del tiempo, la familia Encalada Bazurto no pierde la esperanza de hallar el cuerpo de Dolores y al fin tener una tumba donde visitarla. “Es un proceso largo y nos toca tener paciencia, pero no perdemos la fe de que su cuerpo aparezca”, afirma Greta.

LOS CUERPOS NO COINCIDEN

La vicedefensora del Pueblo, Zaida Rovira, reveló a EXTRA que 61 cadáveres aún permanecen en los frigoríficos del Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de Guayaquil.

“No han podido entregados a sus familias, se han tomado las pruebas de ADN y realizado los cotejamientos, pero no pertenecen a las personas que aún buscan a sus parientes”, indicó.

El personal de Criminalística recibió 216 cuerpos de diferentes casas de salud, 155 fueron identificados, entregados e inhumados. “La identificación se logró a través de rasgos, ropa, apariencia. De esos cuerpos la familia tiene la certeza de que eran sus seres queridos”.

Desde el año pasado hay una investigación fiscal abierta. También se ha ordenado la exhumación de diferentes cuerpos”.Zaida Rovira, Defensoría del Pueblo

A los 61 cadáveres restantes se les ha tomado las muestras de ADN y estas han sido cotejadas con las muestras de las familias que aún buscan los restos de sus seres queridos, pero no existe coincidencia alguna.

“Lo que pudo haber pasado es que entregaron cuerpos a familias que no correspondían. Esos cuerpos aún permanecen en congeladores de Laboratorio de Criminalística. Están conservados en condiciones apropiadas”, explicó Rovira.