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Comunas de Puná en peligro de aislamiento por puente a punto de caerse
El viaducto peatonal que une la playa con las comunidades está en condiciones de ‘mírame y no me toques’. Comuneros exigen atención de las autoridades
Tanteando que las tablas del piso resistan su peso para pasar con “seguridad”, así cruzan los habitantes y visitantes el puente de la comuna Bellavista, ubicada en el extremo oeste de la isla Puná, parroquia rural de Guayaquil, ubicada en el Golfo de Guayaquil.
El puente es la única vía peatonal que une la playa no solo con Bellavista, también con otras siete comunas (Estero de Boca, Cauchiche, Subida Alta, Puná Vieja, Campo Alegre, Aguas Piedra, Río Hondo) de esta parte de Puná.
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Además, es el punto de acceso para quienes van o llegan desde Posorja. Si el puente se cae, todos estos asentamientos quedarían aislados y eso les preocupa sobremanera.
Christina Mazón, presidenta de la comuna Bellavista, explicó que en reiteradas ocasiones se ha pedido al Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), Municipio de Guayaquil, Prefectura del Guayas y Ministerio de Obras Públicas, que se haga algo por arreglar el puente; sin embargo, como muchas de las peticiones que hacen las comunidades de la isla, esta ha sido desoída, aseguró.
“Este puente fue construido hace 16 años (2007); entonces, como ha pasado tanto tiempo sin repararse, ya está a punto de colapsar. En las contestaciones que nos dan, simplemente nos derivan a otra institución. El Municipio nos manda con el Miduvi, de la Prefectura vinieron a hacer estudios, pero nada más. Así ya tenemos un año y no se soluciona nada”, indicó.
Efectivamente, para cruzar el puente hay que ser arriesgado, pues al piso le faltan varias tablas, otras están levantadas, largos tramos de la barandilla se han roto y caído al mar y las vigas que soportan la desvencijada estructura están oxidadas y sueltas. La pregunta que se hacen los comuneros no es si irá a pasar alguna desgracia, sino cuándo ocurrirá.
Para quienes llegan a la isla con un cargamento de gran peso, el uso de este paso ya no es una opción. Lo único que les queda por hacer es fletar una de las camionetas que espera en la orilla para rodear la isla hasta llegar a otra comuna, Loma Alta, desde donde toman un camino de tierra para dirigirse con rumbo hacia Bellavista.
Este tramo, aparte de encarecerlo, le añade 30 minutos al viaje. “Venimos haciendo un viaje largo para hacer las compras necesarias, si pudiéramos cruzar el puente en cinco minutos estaríamos en la casa; en cambio, tenemos que darnos un vueltón”, expresó una puneña que viajó a Posorja para comprar dos sacos llenos de víveres, un bidón de agua purificada y otro de diésel.
Claman por un muelle
Otra de las necesidades urgentes para las comunas de la costa oeste de Puná es la construcción de un muelle para las lanchas o la repotenciación del que ya existe en Subida Alta.
Actualmente, las embarcaciones que atracan en Puná tienen que llegar a la orilla arrastradas por los lancheros quienes, una vez varados en la arena, colocan una escuálida tabla en la que los viajeros hacen de equilibristas para bajar sin mojarse. Quienes pierden el equilibrio terminan con la ropa empapada hasta los tobillos.
Bolívar Quinde, dirigente comunal de Subida Alta, explicó que en 2016 se construyó un muelle para la llegada de viajeros y la faena de los pescadores; sin embargo, para el 2020 la plataforma flotante donde atracaban los botes ya se había destruido por completo.
“Fue mal construida, no era adecuada para el oleaje que tenemos en Puná y además no se le realizó ningún mantenimiento. Sin el muelle tampoco llegan turistas porque el desembarco se hace muy difícil”, explicó.
Contaminación aniquila el turismo
Patricia Cobeña atiende la única cabaña que entre semana se mantiene abierta en la playa, donde vende refrescos, golosinas y alimentos. Ella asegura que las ventas apenas llegan a “regular” y eso solamente porque no tiene competencia. “Vienen pocos turistas porque la playa está demasiado sucia. La basura la generan los barcos grandes que la lanzan al mar y cuando la marea sube la trae toda.
En la arena de esta salida al mar se puede observar, en cualquier dirección en la que se mire, cantidades ingentes de desechos plásticos y orgánicos. Restos de comida, botellas y fundas plásticas, tablones de madera astillada, restos de redes de pesca y hasta llantas de automóviles todoterreno son parte del sucio panorama.
Sin importar cuántas veces se organicen para hacer mingas y dejar la playa limpia, es inútil porque al día siguiente el mar les manda la misma cantidad de basura.
Puerto de Aguas Profundas
Los comuneros de todas las localidades coinciden en que la situación de su vecino de Posorja les perjudica superlativamente. “Creíamos que la apertura del Puerto de Aguas Profundas de Posorja iba a mejorar el turismo, pero fue todo lo contrario, nos ha perjudicado”, explicó Mazón.
Además de los piratas, que habitan o usan de base de operaciones esa parroquia, la contaminación de las grandes industrias pesqueras va a parar a sus costas y los índices de violencia en Posorja, donde se dan muertes violentas todas las semanas, inciden en la llegada de los viajeros.
“Aparte del abandono que hemos vivido durante décadas, ahora también sufrimos los estragos de la inseguridad proveniente de otro lado”, concluyó un comunero, quien prefirió no identificarse porque “los piratas están por todos lados”.
El viernes 24 de noviembre, EXTRA solicitó información sobre las obras planificadas por el Municipio de Guayaquil y la Prefectura del Guayas para este territorio, pero hasta el cierre de este reportaje no recibió respuesta por parte de las autoridades.
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