Exclusivo
Actualidad
“Chulla vida”, el grito del Rambo tricolor. Un joven que sirve al Ejército 'gringo'
Fiel a sus sueños, un joven ecuatoriano se destaca en el Grupo de Paracaidismo ‘gringo’. Quiere ser un agente SWAT. Actualmente está en Afganistán.
Viernes 13 de agosto, 2021. Una alerta del Departamento de Defensa de los Estados Unidos activa a todas las fuerzas élite del Ejército de ese país. Entre las filas del Cuerpo de Paracaidismo espera Luis Coronado, un riobambeño de 22 años, quien lleva más de 24 meses en el servicio militar.
Se presume un enfrentamiento contra Medio Oriente. El Pentágono envía tropas para evacuar al personal de la embajada ‘gringa’ de Kabul de un ataque de los talibanes que amenaza con derrocar al Gobierno de Afganistán.
Todos están aterrados. Luis se pone nervioso. Es parte de los 6.500 soldados enviados. Su misión es brindar seguridad a los estadounidenses civiles que se resguardan en la embajada. Ellos corren peligro luego de que las fuerzas terroristas capturaran varias capitales provinciales con poca resistencia de las tropas afganas entrenadas por los ‘gringos’.
Sabe que puede morir, pero piensa: “Esto me servirá para ser un miembro del Grupo de Armas y Tácticas Especiales de la Policía de Nueva York, SWAT”.
LA INSPIRACIÓN
Todo comenzó en un barrio llamado La Primavera, en Riobamba. Luis solía ver junto a su padre la serie animada ‘The Flash’ y le gustó la forma en la que el superhéroe rojo se apoyaba de la Policía para combatir el crimen y atrapar a los ‘malos de la película’.
Washington Coronado intentó inculcarle los estudios y el deporte para que forjara su futuro en una profesión, pero al pequeño Luis no le interesaba eso. En lugar de ir a las canchas o al conservatorio, él solía armar pistolas con palos de madera y jugaba a ser detective.
Su papá es un reconocido arreglista musical. Por su trabajo han viajado juntos y en una gira fueron a EE. UU. cuando Luis tenía 12 años. Esa ocasión, una prima del muchacho lo invitó a un campo de guerra de pintura. Él se vistió con traje militar y desde ese día sus ganas por ser un policía o soldado crecieron.
Lo primero que hizo fue pedirle a su padre que lo inscribiera en un colegio militar y fue matriculado en el Combatientes de Tapi.
A Washington no le gustaba que su único hijo varón se relacionara con las armas. El artista quería que pensara en una carrera y siguiera la universidad, o que por lo menos tocara un instrumento, pero el adolescente siempre hablaba de querer salvar rehenes de terroristas peligrosos o de estar en misiones complicadas fuera del país. Hasta que se le dio la oportunidad.
SIGUIENDO UN SUEÑO
Antes de cumplir 15 años viajó a la ‘Yoni’ con su madre para hacer los papeleos que les diera la residencia a ambos. Terminó el colegio en Connecticut, a los 17, y quiso enlistarse en la Marina ‘gringa’; sin embargo, al ser menor de edad, necesitaba la firma de su madre y ella no lo aceptó.
Se mudó solo a Nueva York y trabajó hasta cumplir 18. Preparaba sánduches al estilo americano. Quiso inscribirse en la Policía de esa ciudad, pero tenía que reunir créditos en una universidad. No los tenía y tampoco contemplaba estar en un aula. ¡Quería acción!
Uno de sus primos le dijo que para ser miembro activo del Ejército no debía pasar por ‘la u’.
El riobambeño no lo pensó dos veces. Regresó a Ecuador para prepararse por seis meses. Entrenó jiu-jitsu brasileño en una academia de artes marciales mixtas, estuvo en un gimnasio de calistenia, practicaba natación, corría kilómetros...
Volvió a tierras americanas y fue directamente al proceso de reclutamiento del Ejército, que duró 6 meses. Casi no pasó por un problema médico en sus ojos, pero el doctor lo ayudó y formó parte de la Armada estadounidense desde el 19 de febrero del 2019.
Entonces se puso a prueba a sí mismo. Con 1,65 metros de estatura, se codeó con militares más altos y ‘fortachones’ que él. Realizó el entrenamiento básico de un soldado, aprendió inglés, fue mecánico de vehículos de 4, 6 y 8 ruedas, entrenó con infantería. Sacó los mejores puntajes y se graduó con honores.
DESDE EL CIELO
Por sus buenas calificaciones le dieron la oportunidad de pertenecer a una de las cuatro unidades activas de paracaidismo, en Carolina del Norte. El resto está distribuido en Alaska, Italia y Alemania.
La unidad a la que pertenece Luis es una de las más antiguas y emblemáticas. Fue la que peleó en la Segunda Guerra Mundial y además es el escuadrón de emergencia que tiene el presidente de EE. UU. cuando pasa algún ataque o se siente amenazado.
Pero antes de ‘saltar’ a las Grandes Ligas, el joven recuerda cómo fue su primer reto...
Era el tercero en la fila. Más de 40 soldados esperaban dentro del avión Locked C-130 Hércules. 1.250 pies de altura. La compuerta se abrió y el joven riobambeño miró cómo las olas de calor que provocaban la turbulencia se perdían con el paisaje de los campos de entrenamiento de Giorgia.
Saltó el primer soldado, el segundo y le tocó su turno. Respiró. Caminó despacio. Con un poco de miedo gritó “Chulla vida” y se lanzó del avión. Fue el primero de seis saltos para pasar el curso.
No fueron fáciles. En uno de ellos, un compañero de Luis cayó encima de su paracaídas y estaba perdiendo vuelo. El soldado hizo algunas maniobras y logró desprenderlo. Aterrizó a salvo.
En otra ocasión, mientras hacía un salto con el equipo de combate, un militar se enredó entre las cuerdas de su paracaídas. Él tuvo que reaccionar rápido porque caían en picada y su artefacto perdió aire. El joven dejó a un lado su paracaídas, se enganchó a su compañero y aterrizaron juntos.
FALSA ALARMA
A nueve meses de formar parte del Ejército, y a días de terminar el 2019, la unidad de Luis fue activada para enviar municiones y comida a sus compañeros que defendían la embajada de EE. UU., en Irak.
Creían que se desataba la Tercera Guerra Mundial porque fueron llamados por primera vez desde 1989, cuando se registraron otros ataques. En esta ocasión manifestantes iraquíes y partidarios del movimiento de resistencia islámica Kataeb Hezbolá atacaron la sede en respuesta a un bombardeo de la Fuerza Aérea ‘gringa’.
Antes de ir al lugar, el joven se contactó con su padre y le dijo que debía ir a una misión. Washington quedó atónito porque en esas fechas tenían planeado verse en Ecuador. El hombre lloró desconsolado pensando lo peor y su hijo le comentó: “Tranquilo, que si me muero haré haciendo lo que me gusta”. Todo salió bien y el riobambeño regresó ileso de Medio Oriente.
Luis tiene el rango de especialista E4 y está a poco tiempo de ascender a sargento.
Su meta es quedarse un par de años más en la milicia para luego retirarse e ingresar a las filas de la Policía de NY y cumplir se meta de pertenecer a SWAT.
Por lo pronto piensa dar lo mejor de él en la misión de Afganistán para regresar junto a su familia. En diciembre del 2020 se casó con una mujer hispana, quien fue su amor de colegio. Con ella piensa formar su familia y radicarse en Bridgeport, Connecticut.
Washington Coronado. Padre del paracaidista