En medio del bullicio de la plaza Vicente Rocafuerte, frente a la iglesia San Francisco, en el centro de Guayaquil, el constante aleteo de cientos de palomas entretiene a quienes descansan en las bancas del espacio público.

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Una paloma llega y come migajas de pan; otra aterriza y se alimenta de restos de comida en el suelo. Pero de pronto, una de ellas desaparece. Un hombre vestido con camiseta, jean, zapatos deportivos y gorra toma a una de las aves del suelo por sorpresa y la mantiene retenida en sus manos.

¿A dónde irá a parar el animalito? En un video difundido en X (anteriormente Twitter) y que se ha viralizado para denunciar este presunto robo de palomas, no se observa el destino final; sin embargo, Marlon (nombre protegido) afirma conocer su paradero: “el mercado de Machala y Ayacucho,” dice sin titubear.

Marlon es un comerciante de esa plaza y afirma tener trabajando allí más años de los que puede contar con sus manos, ya que su madre también ocupó ese pequeño quiosco y él lo ‘heredó’.

 Conoce a quienes transitan y sus ‘mañas’. “Aquí ya sabemos quiénes son los que vienen a cazar las palomas, porque eso es lo que hacen. No hay más palabras para describir esa acción,” expresa con fastidio.

El comerciante, que desde las 06:00 está en su puesto de venta de periódicos, asegura haber visto cómo atrapan las palomas sin piedad y se las llevan. Dice que los responsables son tres extranjeros que llegan por las mañanas, aunque a veces a otras horas del día, para agarrar las aves.

“Yo sé esto porque, como soy viejo en el negocio, tengo conocidos en todas partes que me cuentan que llegan a los exteriores del mercado a venderlas, y parece que todo lo hacen para consumir marihuana, porque aquí también vienen a fumar,” cuestiona.

Ha observado que cuando actúan los ‘cazapalomas’, algunos guardias de seguridad ven la escena pero no dicen nada. “Ahí pasan en el teléfono todo el día,” afirma. Un equipo de EXTRA corroboró que, durante 30 minutos, un celador estuvo sentado con la mirada en su celular por más de la mitad del tiempo.

Rómulo Betancourt, un visitante de la plaza, también cuestiona el trabajo de los guardias. “¿Cómo puede pasar esto delante de ellos y que no reciban una sanción? Las aves son parte de la fauna urbana de la ciudad,” dice.

Danny López, sentado en la pileta con su familia, reflexiona que en ocasiones los guardias están más pendientes de evitar que se ubiquen los comerciantes informales y no de otras situaciones. “¡Qué corazón hay que tener para llevarse así a los animales!”.

Marlon, por su parte, dice que ya han puesto el caso en conocimiento del Municipio, el ente encargado de regular los bienes públicos; sin embargo, no se ha tomado ninguna medida. “Una amiga abogada expuso lo sucedido y nos pidieron una grabación. Ya está todo, solo falta que hagan algo”.

Hasta el cierre de esta edición, el Municipio de Guayaquil no había respondido la solicitud de información realizada por este Diario sobre la supuesta caza de aves en esta zona de la ciudad.

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