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Lo ‘cazaban’ desde Esmeraldas
Regresaba con su esposa de comprar víveres. La víctima habría sido amenazada de muerte, en la Provincia Verde, días atrás.
Lenin Murillo no pudo escapar de sus asesinos. Diez proyectiles recibió en su pecho y cabeza, mientras regresaba con su esposa, Alexandra Pavón, a su domicilio, en Zabala, al norte de la capital. Sucedió la tarde del miércoles.
La víctima, de 37 años, había llegado la noche del martes desde Esmeraldas, según la versión que dio su conviviente a la policía. Murillo le dijo a Pavón que en la Provincia Verde fue amenazado de muerte por varios sujetos que él conocía. Esto, pocos días después de que asesinaran a su progenitor.
Investigaciones preliminares indican que Murillo habría reconocido a los atacantes de su papá y que, al parecer, ellos mismos lo amenazaron y acabaron con su vida.
Eran las 15:00. La pareja se dirigía a su domicilio luego de hacer compras. Entonces, dos individuos en una motocicleta azul los interceptaron en la calle Huiragchuros.
Uno de ellos sacó una pistola y detonó varios disparos sobre el cuerpo de la víctima. Personal de Criminalística levantó 16 casquillos en la escena del crimen. Mientras tanto, miembros de la Dirección Nacional de Muertes Violentas (Dinased) revisaron las cámaras del sector para ver si registraron el hecho.
La mañana de ayer, algunos agentes recorrían la zona para recabar más información y tratar de encontrar a los responsables de la muerte violenta.
Hasta el cierre de esta edición, el cadáver todavía permanecía en el Departamento de Medicina Legal porque, según la policía, los familiares debían rendir su versión antes de que lo enterraran.
Murillo también habría estado implicado en un hecho violento en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, por lo que las autoridades querían conocer más detalles del caso.
Inseguridad
Kléver Moposita estaba trabajando en una construcción cerca de donde sucedió el crimen. El joven escuchó varios disparos y se escondió con sus compañeros. Luego salieron a ver qué pasaba.
Creían que era un robo, pero luego se percataron del cuerpo de Murillo.
Mateo Rodríguez, morador del sector, dijo que no conocían la identidad de la víctima ni de su esposa. Además, comentó que desde que volvieron del confinamiento por el coronavirus, el barrio se ha vuelto peligroso. Por eso, colocaron un letrero en una esquina del barrio con la advertencia: “Ladrón cogido será quemado”.