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Todos los días, cuando el reloj marca las tres de la madrugada, las hermanas se despiertan.Gabriel Mieles

¡Cruces para alejar espíritus de una casa!

Hace ocho años, dos hermanas cambiaron de comportamiento. Antes eran tranquilas, obedientes y cariñosas, pero hoy gritan que ven el espectro de una mujer afrodescendiente.

Un hedor insoportable invade la casa donde viven dos hermanas, de 18 y 23 años, supuestamente trastornadas a causa de la posible presencia de un espíritu. Son las doce de la noche y ambas duermen en dos cuartos que sus padres cerraron con tablas en forma de cruz a sugerencia de terceras personas.

La sala está llena de trastos, cartones y periódicos viejos. En medio de la suciedad, un gato maúlla encerrado en una jaula. Fue condenado a una cárcel de alambre porque, durante los forcejeos entre las jóvenes y sus progenitores, el animal muerde y aruña.

‘Katy’ y ‘María’ son tratadas por un grupo de pastores, que las despierta de su ensoñación. Se sientan en sus raídos colchones y hablan con esfuerzo. Casi no se les entiende, pero dicen que pueden observar a un demonio en las cruces. Pero nadie más ve algo. Los cristianos rezan a Dios para expulsar a ese presunto ente invisible que atenaza a las muchachas.

La mayor de las hermanas sonríe. Parece burlarse de los que oran por ella. “Hay momentos en que razonan. A veces me toca meterme en su casa y ayudar a la madre, a quien agreden con golpes”, cuenta un hombre que reside frente al hogar de las jóvenes. ‘María’, la menor de las dos, permanece quieta sobre el colchón, donde han regado hojas de ruda para ahuyentar a los espíritus.

“Eran unas niñas de escuela, tranquilas. Pero desde hace ocho años cambiaron”. Así recuerda la madre a sus hijas. “Me ayudaban con los quehaceres, lavaban los platos”, afirma preocupada la progenitora, a quien el sufrimiento ha consumido por dentro. Todos los días lucha contra la fuerza de ‘Katy’ y ‘María’, quienes le dejan moretones en el cuerpo. “Yo no las amarro. Me dan pena”, subraya afligida.

El padre de las hermanas es vendedor de guineos. Se levanta a las cuatro de la madrugada para vender en las calles. Pero en ocasiones le toca dejar de hacer sus recorridos para llevar a las hermanas al psiquiátrico o a los curanderos. “Siguen igual”, destaca.

Todos los días, cuando el reloj marca las tres de la madrugada, las hermanas se despiertan. “¡Allí está, allí está!”, gritan refiriéndose al espectro de una mujer afrodescendiente que, según ellas, entra a la casa. Las chicas se desesperan y golpean las paredes y también a sus padres, quienes tratan de neutralizarlas. “Estas duras escenas se repiten con frecuencia”, asiente preocupada Gloria Peñafiel, la vecina de al lado.

Algunos conocidos creen que fueron víctimas de un hechizo maléfico o quizás de la güija porque no hallan una explicación lógica a lo que les ha ocurrido. “De la noche a la mañana cambiaron”, recalca Gloria. “¿Qué les pasó para que insulten, golpeen y se rían de lo que hacen? ¡Que venga un cura o quien desee ayudarlas!”, añaden otros moradores preocupados.

“Hay una entidad que las está molestando”

Para el teólogo Luis Riera Jiménez, el caso de las dos hermanas debe ser tratado por las áreas espiritual y científica. “Según lo que ellas dicen que ven, hay una entidad espiritual que las está molestando y cambiando su personalidad. Han sido afectadas en su psiquis”, señala.

“Se podría decir que están siendo manipuladas y por eso intentan agredir. Esquizofrenia es el término científico de lo que la Biblia llama ‘posesión de un espíritu’”, apostilla Riera. A su juicio, habrá momentos en que las chicas estén lúcidas. De modo que en esos instantes, se debe aprovechar para que ellas oren y encuentren la liberación divina.

“Hay que ver qué les pasó en su infancia, si sufrieron alguna agresión personal o fueron parte de juegos u oraciones maléficas”, remata el teólogo. No obstante, cree que también es necesaria la implicación de expertos científicos, ya sean psiquiatras o psicólogos.

Tratamiento psiquiátrico

Juan Montenegro Clavijo, psiquiatra, destaca que el caso de las hermanas podría corresponder a una esquizofrenia inducida y que dicha enfermedad mental suele presentarse de forma hereditaria. Por lo regular, se desarrolla a partir de los 15 años. Cree que, tal vez, una de las hermanas comenzó a presentar los síntomas y luego sucedió lo mismo con la otra. Por este motivo, precisa el entendido, se le llama inducida. De ahí que apueste por investigar quiénes de la familia padecen o padecieron esta enfermedad.

Dos de los signos más comunes son las alucinaciones y la agresividad. No tiene cura y requiere de un constante tratamiento psiquiátrico. Según Montenegro, que está dispuesto a ayudarlas, necesitan ser valoradas y evaluadas. “No es cuestión de llevarlas solo un día al especialista. Esto es de investigación, estudio y tratamiento de por vida”, remarca.