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Personaje
Los caseritos: En el Mercado José Mascote, en Guayaquil, se preparan unos desayunos potentes
Para la gente ‘buen diente’, la Cafetería de Astrid es un paraíso. Lo que pida se lo preparan. Saldrá tan bien ‘papeado’ que no querrá almorzar
Marcia Gavilanes (50 años) no necesita desgañitarse ofreciendo los apetitosos platillos que vende en el local 80 del Mercado Municipal José Mascote, situado en el centro porteño (calles José Mascote y Pedro Pablo Gómez), ya que el olor se encarga de atraer a los comensales.
Es que ¿quién no quiere ‘pegarse’ un desayuno ‘pepa’ antes de ir al trabajo para resistir toda la jornada laboral? Por ejemplo, un bolón ‘tuco’ o unos patacones crujientes con huevo y queso. O de pronto también se le antoja ‘muelear’ unas torrejas calientitas de choclo, muchines de yuca, diversas empanadas, tortillas de verde y más...
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Todas estas comidas pueden ir ‘jugueteadas’ con un poco del bistec de carne, otro de sus platos supersolicitados. ‘Bañarlos’ con esta ‘agüita sabrosa’ es el plus del negocio.
Estas delicias, que para los de buen diente pueden ser solo un aperitivo, van acompañadas con una taza de café lojano pasado, otro de los ‘mimos’ de la cocinera y emprendedora guayaquileña.
Y para los ‘barril sin fondo’, es decir los muy comilones, hay otras alternativas para que queden bien ‘tanqueados’. Hablamos del plato estrella: el moro de lenteja con costillas y patacones. Además el menú ofrece menestra de fréjol con cuerito de chancho, seco de pollo, de borrego, bistec de carne y de hígado, etc. Usted solo pida y allá hacen realidad su deseo gastronómico. ¡Vaya con antojos!
- LAS CHICAS DEL PAN
¡Ah!, y para los clientes tradicionales hay sanduchitos. Junto a Marcia trabajan Angélica Rojas y Ericka Escalante, quienes acuden regias al ‘camello’.
Van bien arregladitas. Verlas es como contemplar a un grupo musical. Ellas no serían Las Chicas del Can, sino del pan, de la tortilla, del morito, etcétera.
Angélica ayuda a preparar los ricos platos y Ericka lleva la comida hasta las mesas. En esta última tarea también apoya Kevin, el hijo mayor de Marcia, quien está estudiando gastronomía, pues a él le gusta la cocina, como a su progenitora.
- EN HONOR A SUS RETOÑOS
El establecimiento de Marcia se llama Cafetería de Astrid, pero su nombre inicial fue Cafetería Niño Kevin, en honor a su primogénito. Luego cambió el nombre y le puso Cafetería Niño Elkin, por su segundo retoño.
Posterior a ello, cambió a Cafetería Los Hermanos Lucero y finalmente a Cafetería de Astrid. Y allí se queda, tanto en el número de hijos como en la denominación del local.
Lo que no ha variado es la sazón, gracias a la cual ha podido conservar a sus clientes por más de dos décadas, tiempo en el que más comensales se han sumado a su clientela fiel.
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