Los vestidos formales, medias de nailon, el cabello recogido y el maquillaje neutral forman parte del día a día de Carolina Ruiz, en su trabajo como abogada de la Fiscalía Provincial del Guayas. Por eso, ella sabe que cuando aparezca sexy, despampanante y en ropa interior en la portada de EXTRA, muchos quedarán boquiabiertos.

Eso anhelaba hasta que tuvo 15 años, cuando un agresor intentó abusar sexualmente de ella. Fue entonces cuando por primera vez se le pasó por la mente el ser abogada, para defender, sobre todo a las mujeres, a quienes fueran vulnerados por la violencia de género.

“En ese tiempo, el abuso sexual no estaba tipificado en el Código Penal. Sentí que podía aportar más a la sociedad si estudiaba Leyes y si me convertía en defensora de los derechos de las personas que habían sido violentadas en el ámbito sexual”, indica.

Y así pasó. En sus 10 años de trayectoria, seis de ellos como funcionaria pública, se ha enfocado en casos de violencia contra los derechos de las mujeres, niñas, niños y adolescentes, que se han visto afectados por la violencia sexual machista.

De hecho, ella fue una de las primeras abogadas que participó en el caso de los estudiantes del colegio Aguirre Abad que fueron violados, caso que asegura le marcó la vida. “Yo sé que lo que me hicieron a mí no se compara con eso, pero me sentí identificada. Hay muchas personas que creen que pueden violentar a mujeres o niños por cómo se ven. Esto tiene que parar”, comenta.

Por eso, muchos años después de que se borrara el dolor que le provocó que el padre de una compañera intentara violentarla, decidió retomar aquel sueño de realizar una sesión de fotos sexys y, de paso, instar a las mujeres a que si tienen un anhelo, lo pueden realizar en cualquier momento.

“La agresión psicológica es terrible en nuestro medio, en todos los niveles sociales. En mi caso, en lo personal, como mujer, como amiga, como funcionaria y como pareja me ha tocado luchar contra ese criterio machista que hay en la sociedad”, relata.

Carolina nació en la parroquia San Camilo, de Quevedo, en la provincia de Los Ríos. Desde que era una niña, en su tierra natal, recuerda escuchar frases dirigidas a estereotipar a la mujer de acuerdo a cómo esta se ve.

Cree que muchas viven una vida de represiones por todo este peso que recae sobre ellas y que las obliga a cumplir con un formato establecido. En su caso, luego de estar frente a frente con incontables historias de dolor de mujeres vulneradas, decidió no posponer más aquel anhelo que tenía desde adolescente, antes de engendrar a sus tres hijos de 24, 22 y 11 años.

“Nosotras las mujeres nos debemos a nosotras, ser nosotras mismas. No debemos disimular o fingir por agradar a otros. Invito a todas a que si tienen un sueño, lo realicen”, aconseja.