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Su día empieza a las 05:30 cuando sale a vender EXTRA. Retorna a su habitación 12 horas después.Christian Vinueza

¡De exitoso abogado a canillita emprendedor!

Jesús Antonio es un venezolano que llegó a Ecuador huyendo de la crisis económica de su país, donde tuvo hasta bufete. Ahora, contento, vocea Diario EXTRA y aspira a convertirse pronto en un gran distribuidor.

Es su realidad a los 48 años. Para el caraqueño Jesús Antonio Leopoldo Rondón los tiempos de exquisita comida, divertidos viajes y una vida de lujos quedaron como un grato recuerdo. La grave e impensable crisis de su país así lo determinó. Por ahora, su profesión de abogado quedó en veremos y, por eso, lucha por abrirse paso en Ecuador.

Fue por allá en el año 2002 cuando se convirtió en abogado. Luego se especializó en Derecho de Trabajo e hizo un master en la misma especialidad. Entre otras labores, se desempeñó como docente universitario.

Su formación académica le permitió vivir cómodamente por algunos años.

La realidad para sí y millones de venezolanos cambió. El elegante terno que llevaba diariamente para atender a sus clientes en el bufete de abogados que montó lo tuvo que cambiar por una camiseta color rojo, mangas largas, que lo identifica actualmente como canillita de Diario EXTRA.

Al migrante, a pesar de la gran vida de ejecutivo que tuvo, no le avergüenza trabajar como vendedor de periódicos, comprende que las malas políticas de su país lo empujaron a eso, pero está convencido de que pronto volverá a ser ese gran empresario que algún día fue.

Ruina

Sentado en el interior de la modesta habitación que alquila, en la terraza de una edificación de tres pisos, en el norte de Guayaquil, Jesús Antonio regresó mentalmente al pasado para evocar aquellos tiempos de bonanza.

“Me iba excelente allá. Desde el punto de vista profesional todavía somos muy reconocidos. Tuve el mejor bufete en Derecho de Trabajo del país. Soy aún presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas Litigantes de Caracas”, contó.

Ese prestigio no solo le atraía clientes, sino que también le dejaba buenos ingresos económicos con los que pudo abrir su oficina, junto con su compañera de vida y también abogada, Margarita Pérez, y dos juristas más. Además, le dio trabajo a alrededor de 12 personas.

Durante una década pudo gozar con su esposa y su único hijo de grandiosos viajes. “Con mi familia me iba dos veces al año a Estados Unidos y una a Europa, eso sin contar los dos o tres recorridos anuales que hacía por diferentes sitios de Venezuela”, rememoró.

El lema del matrimonio era “trabajar para viajar”. Pero también había un ahorro para la inversión. Compraron varios inmuebles y tres vehículos.

En cómoda situación estuvieron como hasta el 2012. De allí, aunque la clientela iba en aumento, el dinero poco a poco se ‘desvanecía’ a causa de la misma crisis del país. Llegó un momento -hablando en dólares- que de los 15 o 20 mil que ingresaban mensualmente al bufete, la cifra decayó paulatinamente.

Hasta el 1 diciembre de 2017, Leopoldo pensaba en seguir luchando en su patria. Pero solo pasaron dos semanas para que cambiara de opinión.

De los 10 mil dólares que necesitaba como mínimo para sustentar el consultorio jurídico y tener el nivel de vida que llevaba llegó a recaudar solo 75, cantidad que no le alcanzaba para nada.

Con mucho pesar, en enero de este año tuvo que despedir a su último empleado y, en febrero, cerró su oficina.

En esos mismos días decidió definitivamente ‘fragmentar’ a su familia para buscar nuevos rumbos en Guayaquil. Con mil dólares en sus bolsillos llegó a estas tierras donde lo recibió, por una noche, un amigo. Al siguiente día buscó un sitio dónde vivir y lo encontró por Sauces.

Por la estrecha habitación que incluye cama, cocineta de dos hornillas, silla de plástico, televisor antiguo, un minirefrigerador y enseres básicos como para atender a una persona, Leopoldo paga 175 dólares mensuales.

A este rubro le suma 60 en gastos de alimentación y 40 en el pago de un seguro médico. En total debe trabajar para recaudar cerca de 300 dólares mensuales.

El dinero no le es fácil de conseguir, le ha costado lágrimas nunca antes derramadas.

Canillita

“A los días que llegué, un amigo me envió por WhatsApp una foto de carritos de venta de diarios. Llamé y logré contactarme con una persona que, sin conocerme, me dio la oportunidad de trabajar”, relató.

A la semana comenzó a vender EXTRA. Se inició con 10 ejemplares, pero solo vendió 4. La baja venta lo desilusionó. Sin embargo, se dio ánimos para seguir adelante. “Me dije a mí mismo: ‘bueno, si me toca vender periódicos voy a aplicar lo que siempre le decía a mi hijo de ser el mejor en lo que haces’ y ¡quiero ser el mejor vendedor de periódicos!”.

Al segundo día vendió más y ahora, en dos meses que lleva como canillita, vende alrededor de 30 periódicos y está convencido que en pocas semanas logrará subir a 50. A esta actividad le agrega la venta de caramelos, chicles, chupetes, botellas de agua y recargas de teléfonos.

Su día empieza a las cinco y media de la mañana cuando sale a trabajar en la esquina de la avenida Antonio Parra Velasco, frente a Sauces 7. Y se retira doce horas después para, en la soledad de su habitación, sacar cuentas de sus ganancias, seguir trabajando por internet y chatear con su hijo y su amada Margarita.

Sí, Jesús Antonio continúa laborando porque, a raíz del cierre de su oficina, trasladó la atención jurídica a su hogar, en Caracas.

“Primero tomo un refrescante baño para relajarme, después cocino, saco mis cuentas, le doy gracias a Dios por todo y chateo con mi hijo y esposa. También doy consultas online”, resumió.

Leopoldo ha aprendido a ver en la venta de diarios una gran oportunidad de prosperar, aunque está consciente de que no será de un día para otro.

“Quiero ser dueño de muchos puntos de venta de periódicos y, a la par, vender agua y refrescos. Eso sí, mi puesto nunca lo entregaría ni ganándome la lotería porque para mí esa esquina tiene un significado muy grande, fue la que hizo consolidarme, la que me brindó la oportunidad de conocer a personas muy valiosas y que ahora son mis grandes amigos”.

Estos, no son todos los sueños del abogado-canillita venezolano. Entre sus planes están también revalidar su título, abrir un bufete, traer a su familia y, a más de los puntos de ventas que anhela tener de EXTRA, paralelamente quiere emprender otros negocios para brindar fuentes de trabajo a sus compatriotas y a los mismos ecuatorianos que lo han acogido con gran solidaridad.

Sobre el tema...

Asociación para enseñar oficios

Leopoldo Rondón aspira en cualquier momento contar con algún tipo de apoyo jurídico para constituir una asociación que los agremie para impartir conocimientos en oficios como electricidad, jardinería, gasfitería, peluquería, etc. “Incluso podríamos enseñarles a los mismos ecuatorianos para, de alguna manera, devolver a este pueblo su acogida. Porque esto es como una fiesta, donde llegamos sin ser invitados”, puntualizó.