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La madre de Roxana, una de las fallecidas en la explosión, también quedó afectada.AMELIA ANDRADE

En la Calle 8, las lágrimas siguen 'rodando

Enrique se alegra de que sus padres no hayan estado en el lugar; pero Mónica llora a su hija Roxana, quien perdió la vida allí.

“Estoy seguro de que si mis padres hubieran estado aquí esa madrugada, ahorita estaríamos velando a uno de ellos o a los dos”, sentenció Enrique, nombre protegido de un hombre de 49 años cuyos progenitores, ambos de más de 80 años, se salvaron de ser parte de la tragedia del domingo 14 por un viajecito a la playa. 

Las hermanas de Enrique habían decidido ‘pegarse un vueltazo’ por las costas junto con los dos adultos mayores desde la noche del viernes, a propósito del feriado. Sin embargo, su viaje se ‘jodió’ por la llamada que recibieron aquella madrugada para comunicarles que su casa había quedado afectada luego de la explosión. 

Ver los destrozos impresionó tanto a la madre de Enrique, que se descompensó y se desmayó. No era para menos. Había planchas de yeso (que antes eran parte del cielo raso) y retazos de la estructura del techo caídos en medio de la sala y de otras habitaciones de la vivienda, además de que la puerta de entrada estaba totalmente rota. Y la mercadería que su progenitora vende en una ventanita de su casa quedó totalmente destruida. 

La vivienda en la que dormía Roxana, una de las fallecidas, quedó totalmente destruida. Su hijo, un niño de 7, también está herido.

Pero esto no es lo único que preocupa a Enrique, pues teme que su hijo, un joven de 26 años, tenga sentimientos de venganza o represalias por las heridas que su madre, también moradora de la Calle 8, tiene: perdió la vista en su ojo izquierdo y presenta cortes y quemaduras en ciertas partes de su cuerpo. 

“Ahorita solo toca salir adelante. No podemos mirar atrás”, dijo el hombre, quien conoce a todos sus vecinos (abuelos, padres e hijos) porque asegura que son un barrio unido.

Así como Enrique expresó querer avanzar, también lo desean para Mónica, quien perdió su casa y a su hija Roxana

Según lo comentado por sus familiares, Roxana dormía en la parte alta del inmueble de construcción mixta que quedó en ruinas luego del bombazo. Su hijo, un menor de 7 años, también fue alcanzado por la explosión, pero fue llevado por su padre a una casa de salud para recibir atención. 

En la calle 8 velaban a una de las víctimas mortales de la explosión: Roxana.AMELIA ANDRADE

Entre tanto, Mónica, quien dormía en el piso bajo al momento del atentado, quedó afectada con heridas en el pecho. Pero su madre, la abuela de Roxana, sigue devastada por lo sucedido, afirmaron sus allegados.

Ahora ellos piden ayuda para Mónica, pues no tiene hogar donde ‘rehacer’ su vida.

Queremos ayuda para la construcción de la casa de mi prima. No tiene nada. No se puede recuperar nada. No queremos casa de tres o cuatro pisos, solo algo digno con lo que ella esté segura”, manifestó una parienta de Mónica, quien agregó que casi todas las casas de la zona “están desbaratadas”.

‘Metidotes’ en sus celulares

La fuerza policial y militar prometida ya estaba débil para la noche del lunes 15 de agosto en la Calle 8.

Una de las moradoras expresó a EXTRA su preocupación porque, a las 22:30, “no había policías en un velorio” (a la vuelta de la zona cero) de una de las personas fallecidas en la explosión; mientras que otra vecina que estaba sentada frente al lugar de la explosión se quejó de que los pocos uniformados pasan ‘metidotes’ en sus teléfonos. 

"Estoy seguro de que si mis padres hubieran estado aquí esa madrugada, ahorita estaríamos velando a uno de ellos o a los dos”Enrique, nombre protegido de morador

¡Eeepaaa! ¡Bájenle dos rayitas a la música!

Esperan que, “por el bien de todos”, el ritmo de la salsa y el zapateo callejero no vayan más en la Calle 8. 

Aunque don Johnny, nombre protegido, recuerde con mucho entusiasmo varios eventos organizados en su sector, ahora prefiere que se queden solo en su memoria, porque teme que puedan ser los protagonistas de un nuevo atentado, debido a la presencia de personas extrañas que llegan a bailotear en aquel callejón.

Por parte de los moradores, es un pedido de años. La paz que nosotros teníamos era porque, si queríamos divertirnos, sacábamos nuestras sillas y compartíamos una ‘biela’ con los vecinos y ya”, asevera. 

Mientras que, según el hombre, las fiestas permanentes por las que es conocido este sector del sur de Guayaquil eran promovidas por los “de afuera”. 

El morador cuenta que incluso han realizado denuncias por ‘relajillos’ que se han armado. Además, admite que hace 20 años ellos empezaron con la rumba; sin embargo, la ‘clausuraron’ por inconvenientes. 

Ahorita no sabemos qué va a pasar con la fiesta. Si se termina esto, que se termine. Aquí todo el mundo está de acuerdo con eso”, dice con firmeza. (SCM - MF)