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“Papito de mi corazón, levántate”, suplicaba la hija de uno de los asesinados en Flor de Bastión
Los hijos del comerciante de mariscos Esteban Suárez lloraron, gritaron y se desmayaron al verlo sin vida.
La noche anterior él socorrió a tres personas que fueron baleadas en una peluquería.
Dolor e impotencia fue lo que sintió Silvana Suárez, la mañana del miércoles 30 de noviembre, al ver a su padre, Esteban Silvestre Suárez Figueroa, muerto, en medio de un charco de sangre y cubierto con un plástico lila.
Embargada de desconsuelo, la joven cruzó la cinta de seguridad colocada por policías e intentó acercarse hasta el lugar donde yacía el cuerpo de su progenitor.
Su suplicio, lágrimas y gritos estremecían a los curiosos que observaban la labor de los agentes de Criminalística en la escena donde, además de su papá, otras dos personas también fueron baleadas.
“Mi padre, Diosito ¿por qué mi papá?, quiero abrazarlo, déjenme pasar, papito de mi corazón, levántate, ¿por qué te mataron?”, gritaba la joven, mientras sus parientes trataban de calmarla y darle ánimo. Finalmente, el pesar por el asesinato de su padre hizo que se desmayara. Sus familiares la reanimaron.
Mario, otro de los hijos de Esteban, reflejaba el mismo dolor que su hermana. Entre empujones a los agentes, el chico cruzó la cinta amarilla y trató de avanzar hasta el cadáver de su padre. Fue contenido por los agentes.
Suárez, de 42 años, es una de las cinco víctimas (tres muertos) que dejó una balacera registrada en el bloque 22 de Flor de Bastión, este sector situado en el noroeste de Guayaquil es conocido como La Ladrillera.
Dos cuadras antes, los asesinos, quienes se movilizaban en dos motocicletas, habían atacado a bala a dos personas que estaban afuera de una vulcanizadora. Uno de los afectados es el dueño del taller, José Manuel Yuquilema, él quedó herido; mientras que el vendedor de jugos, Carlos Joel Candelario Torres, quien estaba a su lado, por más que intentó escapar de sus verdugos, fue rematado a tiros dentro del establecimiento esquinero.
En su recorrido criminal, que habría durado unos 10 minutos, los motorizados también tirotearon un inmueble ubicado a cinco cuadras de donde cayó baleado el vendedor de mariscos (ver infografía).
¿Qué motivó la balacera?
El capitán Wilmer Carpio, jefe del circuito Flor de Bastión, informó que, al parecer, el ataque al vendedor de jugos se produjo por un tema relacionado con la lucha de territorio para el expendio de droga, ya que la víctima tenía antecedentes penales por microtráfico. Fue detenido en 2019. “El dueño de la vulcanizadora es una víctima colateral, tiene una pierna”, afirmó.
El crimen del comerciante de mariscos se produjo -según Carpio- porque presuntamente había auxiliado a las personas que fueron baleadas la noche anterior, en este mismo sector porteño.
Este hecho se suscitó a las 19:00 del martes dentro de una peluquería localizada en la cuadra de al frente de donde Suárez tenía su negocio. Tres personas fueron baleadas, un hombre que se hacía cortar el cabello murió, el dueño del local y otro cliente quedaron heridos.
Otra fuente policial reveló que de acuerdo al testimonio de familiares, Esteban, tras escuchar los disparos, cruzó la calle y corrió para auxiliar a los heridos. “Los ayudó a subir a un carro, probablemente su accionar no fue del agrado de quienes llegaron a matar a los que estaban en la peluquería”.
El capitán Carpio dijo que aún no se establece lo que habría provocado el ataque al domicilio ubicado junto a una escuela.
Narcisa Mina, la propietaria de la vivienda, contó que ella y sus hijos venden empanadas afuera del establecimiento educativo y que se salvaron de ser alcanzados por un proyectil porque estaban trabajando.
“No había nadie en casa. Mis hijos estaban conmigo. Nos hemos salvado de milagro. No sé por qué balearon mi vivienda”, manifestó con preocupación la santodomingueña, quien tiene 10 años radicada en Guayaquil. (AEB)