Si de hacer comunidad se trata, las vecinas del bloque 8 de la Armada se llevan el premio. En la fachada de su residencia, un condominio ubicado en Sauces 4, norte de Guayaquil, la Navidad llegó temprano, ya que han llenado el espacio con luces y muñecos alusivos a las fiestas.

Los foquitos captan la mirada de quienes transitan por el lugar, además de los ornamentos con forma de Papá Noel que guindan del árbol mediano ubicado en el centro de todos los arreglos y los niños corriendo en medio del rojo, blanco y dorado, los colores elegidos para las decoraciones.

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“Es el tercer año consecutivo que hacemos esto. Para nosotros, en vez de verlo como un trabajo, es una oportunidad para compartir entre vecinas y hacernos parte de la vida de la otra”, dice María de Lourdes, esposa de un sargento.

La puesta en escena deslumbra. Las mujeres, quienes trabajaron en las noches y en algunas madrugadas porque “era el único tiempo en el que coincidían”, colgaron luces como si se trataran de copos de nieve.

EXTRA las acompañó durante este proceso y, aunque parecía que ya todo estaba en su punto, para ellas faltaba mucho. “Aquí se hace el trabajo de hormiga para que todo esté perfecto”, comenta.

Una pared, que fue adornada con un Papá Noel de tela, es la que serviría para tomarse fotos en cualquier momento y en la fiesta que organizarán para los niños en los próximos fines de semana.

“Intentamos que estén todos, incluidos los padres. Ese día nos volvemos locas haciendo torta, comida y otras cosas, pero a las 17:00 ya todo el mundo sale bien vestido y listo para la fiesta”, continúa quien da la cara por todas ellas.

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200 dólares de inversión

Luego de dos días, las vecinas mostraron el resultado de su esfuerzo. “Esto no es obra de una sola, sino colaboración de nueve familias”, interviene Lourdes.

Pero, todo eso no les salió de un momento a otro, sino que debieron invertir lo recaudado en un evento que organizaron en días pasados. “Hemos gastado, siquiera, unos 200 dólares y no nos duele porque sabemos que es para nuestros hijos”, dice Gabriela, otra de las vecinas.

Esta idea es reforzada por María de Lourdes: para ella, es gratificante saber que sus hijos tienen lo que ella no tuvo. “Aparte, mi esposo sí es bien entusiasmado con la Navidad, pero yo pongo la iniciativa cada año”.

La iniciativa de la que María habla empieza en agosto, aproximadamente. Ella se encarga de reunirlas, incluyendo a las recién llegadas, como en el caso de Karina, quien se estableció en Guayaquil después de que a su esposo lo transfirieron desde Esmeraldas y admite que “no sucede eso ni en San Lorenzo ni en Manta (otro de los sitios de transferencia de su esposo)”.

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Invitación a ciudadanos

El hijo de Gabriela, Jair, de 13 años, está agradecido por lo que su mamá y las vecinas hacen. Él se siente tan orgulloso porque hasta sus compañeros que llegan en el expreso colegial le dicen que los invite por lo bonito que está. “Quieren que los invite para tomarse fotos”, bromea.

“Nosotras queremos que la gente identifique el bloque como un lugar en el que puedan venir a ver la Navidad, nos haría muy felices”, finaliza Karla, otra vecina.

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