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Bandas criminales y su huella musical en Ecuador: ¿Con qué fin difunden canciones?
EXTRA consultó a expertos qué hay detrás de la creación y difusión de producciones que exaltan a organizaciones delictivas y sus líderes
El Corrido del León, video musical que exalta a José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, tiene más de 324.000 visualizaciones en YouTube. El tema describe al líder de Los Choneros como “un hombre de mucha honra, de carácter, muy buena persona”.
El audiovisual es una de las producciones que al menos desde 2020 han sido difundidas y hablan de una organización delictiva o de un líder de este tipo de agrupaciones. Ese año salió a la luz una canción de Jorge Luis Zambrano González, alias JL, el antiguo jefe chonero asesinado el 28 de diciembre del mismo año.
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Antes, en junio, cuando recuperó su libertad, se viralizó una melodía en su honor interpretada por el artista Byron Javier Bautista, conocido como Maldito Brujo.
- Italianos, predecesores
El surgimiento de este tipo de música que exalta el crimen tiene historia en otros países. Daniel Pontón, doctor en Ciencias Sociales, docente del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) y experto en seguridad, explica que este contenido es parte de una cultura delictiva o narcocultura, que se difunde con mecanismos tecnológicos.
“Esto ha sido muy característico de la dinámica del crimen en América Latina. En su momento, la mafia italiana también fue eso, una agencia de publicidad, en el sentido de que desde el punto de vista estratégico necesitaba mantener esta imagen de ser lo que se decía”, sostiene.
En el caso italiano, esa fama permitió a los capos generar temor y respeto hacia ellos y continuar permaneciendo en la clandestinidad. También hizo que una parte de la sociedad sienta afinidad cultural hacia ellos y hasta desarrolló un retorcido ‘sentido de pertenencia’.
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“La mafia italiana también se hizo un mito del cine, la literatura y esto amplió muchos horizontes”, comenta el especialista.
Al difundir estos contenidos también se activan los denominados “mensajes subterráneos”, acota Pontón. Se refiere a que cuando determinados ciudadanos consumen estas producciones, sienten que los criminales expresan lo que en el fondo ellos también quieren: excesos, lujuria u obtener cosas rápidas de manera ilegal.
A su criterio, las canciones no solo están dirigidas hacia un público específico, sino a toda la población. De esa forma, en unos generarán aprobación y en otros respeto, aunque no estén de acuerdo con sus actividades.
Recalca que estos productos audiovisuales no tienen un solo mensaje, sino varios y con diferentes objetivos. Pero principalmente se destacan tres metas: que las personas se identifiquen con ellos, poder reclutarlas y adherirlas a las bandas al captar su atención, e infundir temor y respeto en la sociedad.
Pontón señala que en Ecuador, las bandas criminales han adoptado en gran parte la narcocultura mexicana, imitando características de la criminalidad del país azteca.
- Influencia mexicana
Un coronel retirado de la Policía Nacional, quien pidió la reserva de su nombre, cuenta que en varios operativos y allanamientos en los que participó, a los detenidos les encontraron contenido de entretenimiento y ficción de la vida criminal.
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“Eran videos, canciones en los celulares, la mayoría de procedencia mexicana. En las casas se encontraban series y películas de narcos. Están vinculados, idolatran a este tipo de personajes”, afirma. Información que ratifica lo que señala Pontón respecto a la emulación de patrones delictivos mexicanos.
El coronel menciona que las organizaciones mafiosas son prácticamente como empresas y tienen personas para diferentes actividades ilícitas. Asimismo, hay gente que revisa las redes sociales y analiza el impacto de las canciones, cuántas visualizaciones tienen, en qué área o zona las escuchan, personas de qué edades, entre otros parámetros.
- El espejo mexicano
Alberto Capella, exsecretario de Seguridad de la ciudad mexicana de Tijuana y experto en ese ámbito, indica que en su país empezaron a verse representaciones de las actividades de la delincuencia organizada a través de cuestiones culturales como la música, la vestimenta, posturas y lenguaje corporal. Todo con el plan de generar simpatía.
“Es una visión de convertirse en los Robin Hood modernos. Esa aceptación social se ha generado lamentablemente en muchas regiones de México. El principal fenómeno se inició en el estado de Sinaloa. Cultivaban marihuana en ese proceso de la guerra de Vietnam y se convirtieron en proveedores para poder satisfacer la demanda de los soldados norteamericanos. Estos personajes (los proveedores), con gran capacidad económica, empezaron a culturizar aquella región con la forma de vestir, como el famoso cinto piteado (cinturones coloridos de hebilla grande y diseños llamativos). Se apoderaron de signos culturales como los palenques (galleras)”, detalla.
El relato de lo que viene pasando en su país quizá podría ser un ‘espejo’ de la realidad ecuatoriana, que en cuanto a música criminal empieza a tener un repunte como el que ya hubo en esa nación.
“Les pagan a artistas emergentes o a algunos que ya están consagrados. Se ha dado de manera recurrente y ha generado incluso homicidios en contra de artistas”, puntualiza sobre lo ocurrido en su nación.
En Ecuador, específicamente en Guayaquil, ya hubo un crimen de esos. El 29 de agosto fue asesinado Myke Jooe Iturre Guerrero, cantante urbano conocido como La Bestia, quien difundió algunos temas resaltando a Los Tiguerones.
Capella manifiesta que en México, los artistas y productores no necesariamente crean las canciones bajo amenazas. A veces lo hacen para “congraciarse” con los criminales, a quienes suelen conocer en presentaciones privadas.
“Hace 15 años empezó la moda de ciertos políticos mafiosos de mandar a componer sus corridos. Esto les daba estatus de poder”, recuerda.
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