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Sin balón no hay paraíso... en Guayaquil
El 'peloteo' no es posible sin el balón de zapatilla o el de aire, producto estrella de negocios que funcionan cerca del Mercado Central, centro porteño
Para verlos en acción no hay que comprar entrada, basta con que habite en el suburbio porteño o pase por varias de sus calles.
Allí están ellos, los peloteros, quienes arman su ‘mundial’ con una pequeña pelota que rueda por el asfalto.
En sus partidos usan el balón de zapatilla (relleno de caucho) o el de aire. El primero es más barato, cuesta de 3 a 5 dólares, y el segundo está entre 7 y 10, depende de la tienda y el regateo del cliente.
El de zapatilla es cosido y confeccionado con cuero sintético, lo traen de Ambato y Quito. El de aire es de lona.
Kleber Gusqui, dueño de Fashion Central, ubicado en las calles 10 de Agosto y 6 de Marzo (centro), dice que vende 1.000 balones semanales.
“Muchos trabajan hasta tarde y los parques cierran a las 20:00, esa es una razón por la cual se juega en las calles; aparte que no hay dinero para la cancha sintética”, declara.
Segundo Llamuca es propietario de Casa Deportiva San Gerardo, cuatro locales situados en la misma cuadra del negocio de Gusqui. Él comercializa implementos deportivos, pero el producto estrella es la pelota. Vende 500 al día.
“La de zapatilla es de mejor calidad, es para cemento o baldosa, es más suave y liviana, se desplaza más; la de aire es pesada y dura”, expresa.
En Pío Montúfar y Clemente Ballén está Edu Sport. Su vendedor, Carlos Cando, indica que la temporada más alta es julio y octubre, período en el que aumentan las compras; de 100 balones mensuales pasan a comercializar 400 unidades.
Su producto llega a sitios costeros y de la Sierra. Y lo usan también mujeres. “Vienen equipos femeninos; hace un mes, unas estilistas llevaron uniformes y balón. A los niños les gustan los estampados de personajes, como Ironman, Messi, de Barcelona y Emelec. El que más están llevando es el balón del París Saint-Germain”.
Así, el balón del peloteo golea al aburrimiento y a la falta de empleo, pues su venta representa el sustento de varias familias.