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El parque donde se produjo el ataque con disparos luce vacío últimamente. En sus alrededores es poco usual ver que haya patrullajes.Jimmy Negrete / EXTRA

Guayaquil: Balacera apagó más a la Playita del Guasmo

En los alrededores del popular balneario hay temor de que ocurran más tiroteos. El parque donde arremetieron sicarios el 21 de enero luce vacío.

Ni un ‘alma’ se pasea. El parque aledaño a la Playita del Guasmo, en donde se produjo una matanza el 21 de enero, luce desolado dos semanas después de la terrorífica balacera. Según cuentan los moradores, ya ni siquiera van los consumidores de drogas que antes merodeaban ese espacio público. ¡Así de ‘paniqueada’ está la gente!

Quienes habitan en esa zona del sureste de Guayaquil temen que se repita un tiroteo, como el de ese penúltimo viernes de enero, que dejó cinco muertos y nueve heridos. Por eso evitan ir al parque al que esa noche llegaron unas 15 personas desde el cercano estero Cobina usando lanchas, para repartir bala a los presentes.

Julio, quien tiene un negocio a un costado del lugar de esparcimiento, refiere que antes del ataque iban a jugar ecuavóley de lunes a sábado.

“¿Quién va a venir? Aquí se aparecieron un poco de sicarios y disparaban a los que estaban a esa hora”, explica el ciudadano. Él cree que esto podría tratarse de una ‘limpieza’ entre bandas delictivas, como también presume la Policía.

Marcos, otro residente, comenta que prefiere no salir de casa a menos que necesite ir a comprar a zonas más alejadas de La Playita.

Cristina, una de las comerciantes de mariscos en un pequeño atracadero que está del lado izquierdo del balneario, es de las pocas que, bajo anonimato, se anima a referirse a la situación. Sus colegas no opinan previniendo represalias.

“Yo a las 20:00 ya cierro las puertas y ventanas de mi hogar. Lo del parque vacío también tiene que ver con ese miedo, nadie quiere andarse exponiendo a estar en medio de un enfrentamiento”, comenta brevemente.

El balneario está cerrado a partir de la pandemia del coronavirus.Jimmy Negrete / EXTRA

El popular reducto turístico, cuyas instalaciones fueron inauguradas por el Municipio en abril de 2004, hoy está lejos de su época de esplendor.

Con el afán de que no haya aglomeraciones que incrementen los contagios de la COVID-19, el lugar permanece cerrado desde inicios de la pandemia. Este factor, sumado a la sensación de intranquilidad por la ‘plomiza’, hace que haya muerto la intención turística con el balneario.

El acceso a la playita, en la avenida Abdón Calderón, frecuentemente suele estar resguardado por militares y policías desde que ocurrió el traumático suceso. Entre otras acciones, realizan operativos de control de armas.

En los alrededores del parque, ubicado en un callejón interior contiguo a la avenida, se observa con menos frecuencia y en mucha menor cantidad a gendarmes patrullando.

LOS TRES DEBERES

Para el sociólogo Carlos Tutivén, el temor de esta comunidad está provocando que los criminales se tomen las áreas públicas, que precisamente son lugares destinados al desarrollo colectivo.

Considera que una sociedad se ve afectada si pierde sus espacios frente a la criminalidad, porque se recluye en sus viviendas y pierde socialización.

Agrega que los niños y adolescentes, por su condición de estar constantemente en la búsqueda de modelos de vida que copiar, están más expuestos a la influencia de estos grupos dañinos para la sociedad.

Para que las juventudes no caigan reclutadas en las manos del hampa hay que fortalecer tres grandes núcleos, diagnostica el experto. El primero es que los gobiernos -tanto el nacional como el local- provean espacios para la interacción social (parques, casas comunales, centros culturales) y que los mantengan protegidos, con seguridad.

En el lado de la avenida Abdón Calderón por el que se accede a la playita, militares y policías realizan operativos de seguridad con frecuencia.Jimmy Negrete / EXTRA

El segundo punto es que la educación brindada a los chicos sea de calidad, “no solamente en términos profesionales y técnicos, sino sobre todo humanísticos, que es lo que está en bancarrota”, aduce.

Un tercer escenario tiene que ver con el ámbito íntimo, es decir, la familia y las amistades. En ambos círculos se forjan relaciones que deben impulsar la calidad de vida.

“Los niños copian todo, necesitan ciertos modelos de conducta. Y si lo que ven es lo que suele pasar generalmente en ciudades que están deterioradas en términos de vínculo social, tendremos la reproducción de eso constantemente”, recalca.

EL VERDADERO PROBLEMA

La urbanista y docente universitaria Rosa Rada indica que, tanto en La Playita como en otras zonas de la ciudad, han ocurrido balaceras que representan un problema mayor ligado a la inseguridad, que debe ser resuelto y no radica mayormente en cómo está distribuida la infraestructura.

Por eso, respecto a una posible solución para evitar que nuevamente criminales accedan a la zona desde el agua, menciona que no es posible cerrar el acceso hacia el estero, pues precisamente el fin es aprovechar esa característica natural para que sea un balneario.

La experta ve con buenos ojos que se habiliten espacios sociales y culturales en el sector, pero enfatiza que estos deben ser preservados mediante estrategias planificadas en conjunto entre la Alcaldía y el Gobierno central.

Pero para ella es más importante erradicar las problemáticas que son la base de este descontrol de inseguridad, como el desempleo y la venta de drogas.

“La solución va más por generar empleos y ver cómo se elimina la falta de control que hay respecto a las personas que matan sin problemas. Son cosas que no las va a resolver el espacio público, que está y va a estar siempre”, apunta.