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Caso asesinato a adultos mayores: Con el abuelo hubo “rabia extrema”
Una perfiladora criminal y un psicólogo forense analizan el crimen de dos adultos mayores cuyo nieto es el presunto asesino.
“¿Qué quiere saber? Mis padres fallecieron y mi hijo está detenido”, responde tajante Enrique (nombre protegido)a este Diario al consultarle sobre el crimen de los dos adultos mayores cuyo nieto, de 15 años, es el presunto asesino.
Dice que su situación no es fácil. Hasta la noche del domingo, unas horas antes del hecho, estuvo jugando y tomando té con sus hijos. Hoy, uno de ellos está encerrado en un centro para menores infractores, y sus progenitores, de 72 y 75 años, enterrados en un cementerio del sur.
“Si usted tiene hijos debe entender la situación que estoy pasando”, espeta. Y cuelga la llamada.
Dentro de su mente
Este caso ha causado conmoción en la comunidad quiteña. Ya era difícil conocer que dos abuelitos habían sido asesinados con saña. Empeoró cuando la policía encontró indicios de que el adolescente, su nieto, los habría matado mientras la familia, incluido Enrique, dormía. Un detalle que para la perfiladora criminal Alexandra Mantilla es un rasgo de planificación, de que no fue un impulso en medio del calor de una discusión.
“Habría un modus operandi para asegurar el hecho: aprovechar que no había nadie más”, explica la experta.
Según las indagaciones, el menor supuestamente intentó alterar la escena haciendo creer que se trató de un robo. Estuvo presente durante el levantamiento de los cuerpos. Hizo café para la familia. Para Mantilla, resulta escalofriante que haya estado ahí, sin decir nada, quizá colaborando. “Encuentro rasgos psicópatas”, dice.
El implicado dijo a los agentes que lo habría hecho movido por un resentimiento del pasado. Algo que, según Franklin Tinajero, psicólogo forense, puede ser una forma de manipulación. Además, se lavó las manos en el baño de su casa, fuera de la escena del crimen: otro rasgo de este trastorno.
Análisis profundo
Esta es una evaluación primaria. Para la perfiladora, es indispensable entrevistar al adolescente, a su familia, amigos, maestros e indagar qué circunstancias determinaron su personalidad, o un posible trastorno. “Incluso para desarrollar una psicopatía debió haber un detonante”, argumenta.
Tinajero apunta a la posibilidad de que haya una disfunción cerebral, una lesión física que ocasione la falta de empatía con el resto. Sobre todo con alguien cercano, como los abuelitos. “Existe una desconexión emocional, una concepción diferente de los vínculos”, comenta.
También está el entorno cultural o el posible consumo de sustancias psicotrópicas. Para Mantilla, incluso, las circunstancias de su nacimiento. Es importe para ambos profesionales un análisis completo de la vida del muchacho.
El ataque
Los dos adultos mayores no murieron de la misma forma. En el levantamiento de los cadáveres, se halló a la mujer estrangulada en su cama. El hombre estaba afuera y había sido golpeado contra la pared y ahogado. Eso da cuenta, según la perfiladora, de que hubo más saña con el abuelo.
Ella recomienda la intervención de un psicólogo y un psiquiatra forenses en el caso. “¿Qué detonante hubo para que haya más violencia con uno de ellos?”, se preguntó.