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Diego Moncayo quiere apoyar a su amigo Ucraniano que esta en medio de la guerra su familia lo apoya y ha organizado rifas y sorteos para poder recoger fondos y asi poder traer a su amigo Quito 24 de Octubre de 2022 Agencia(ag-extra ag-expreso-ag-quito) Gustavo GuamanGUSTAVO GUAMÁN

Amistad entre ecuatoriano y ucraniano sobrevive a la guerra

Diego y Yarik son panas. El extranjero quiso salir de su país con su amigo, pero por tener edad para ser reclutado lo retuvieron en la frontera. Traerlo les cuesta 3 ‘lucas’. Una conmovedora historia de cariño sin fronteras.

Ucrania a estudiar Filología. Tomaron unos tragos y desde entonces se volvieron inseparables.

Tanto así que cuando estalló la guerra entre Rusia y Ucrania, el 20 de febrero de este año, Yarik se convirtió en el ángel guardián del ecuatoriano. Tuvieron una difícil travesía de algunos días desde Shotska hasta la frontera con Polonia, mientras huían del conflicto bélico.

Diego está en Quito y no ha perdido la comunicación con su amigo. Tampoco su familia, pues el ucraniano es considerado por ellos como un integrante más de ese hogar.

Ellos se comunican mediante videollamadas. “Hola, mamá”, le dice el joven en ucraniano, mezclado con un español masticado.

Yarik tiene 24 años y reside en Kiev, la capital del país ubicado en Europa Oriental, pero su sueño es vivir en Ecuador y ser parte de los Moncayo.

Un hijo más

El 15 de marzo se abrió un corredor humanitario para salir de Ucrania. La idea era que ambos pudieran viajar a Ecuador, pero Yarik fue retenido. “Él tiene la edad para ser reclutado por el Ejército”, cuenta apenado Diego.

El ecuatoriano le dejó su ropa y un poco de dinero, pues la situación económica allá es cada vez más difícil por la guerra. También ha hecho lo posible por enviarle plata cada mes hasta lograr traerlo al país.

Para ello, es necesario realizar varios trámites que cuestan unos 3.000 dólares, billete que no han podido reunir. “Hace una semana hicimos una rifa, pero no nos fue tan bien”, comenta Janneth Mendoza, madre de Diego. Descontando el valor de los premios, no lograron recaudar ni $ 1.000.

Sin embargo, se mantienen con la esperanza de ver a Yarik en la capital, por lo que Diego ha empezado a promocionar sus clases de ucraniano, inglés y ruso en redes sociales. “Quizá no mucha gente quiera aprender ucraniano, pero algo saldrá”, dice.

Mientras tanto, la familia Moncayo trata de no dejarlo solo y lo acompañan telemáticamente. El joven, debido a la violencia de la guerra, ya ha tenido episodios depresivos. “Hace poco hubo un bombardeo a dos casas de donde vivo”, cuenta con temor Yarik.

Por esta amistad, que ha demostrado ser aprueba de bombas, disparos y distancia (más de 11 mil kilómetros entre ambos países), Diego y Yarik no cederán su ‘territorio’ de cariño, el sentimiento de afecto que la guerra ha desplazado.

Le parece un país gracioso

Por su cercanía con Diego, Yarik sabe que Ecuador está dolarizado y que atravesó una crisis a finales del siglo XX.

“Le parece un país gracioso porque antes botábamos presidentes”, dice Diego al traducirlo en la videollamada.

Conoce que nuestro país se ubica en la línea ecuatorial, que tiene paisajes variados y que actualmente sufre una ola de violencia, “pero como su realidad siempre ha sido otra, no mira la magnitud”, comenta Janneth.