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Así acaba la inseguridad con los negocios de diversión nocturna en Quito
Sectores que eran conocidos por sus bares, ahora cuentan con pocos clientes. Los que sobreviven aseveran que el miedo por la delincuencia influye.
Hace solo seis meses, los costados de la avenida Portugal y Eloy Alfaro, en el norte de la ciudad, estaban llenos de carros estacionados, especialmente los viernes y sábados de noche. Era un conocido punto de encuentro donde cientos de jóvenes acudían a bares y discotecas para divertirse.
David, quien desde hace dos años tiene una licorería en la zona, recuerda que esos días los autos que llegaban pasadas las 22:00 ya no tenían dónde parquearse. “Había bastante movimiento, la gente se quedaba en los bares hasta la madrugada”, dice.
En la actualidad, pocas personas visitan los escasos negocios de esparcimiento que quedaron. La mayoría son restaurantes que ofrecen un menú variado y música en vivo, en algunos casos. También hay tres bares.
“Las ventas bajaron un 30 por ciento. Ya no pasan carros y desde las 22:00 la zona es muerta”, asegura David. Señala que ha influido mucho la inseguridad. Robos violentos a los negocios son frecuentes en el sector y hasta se reportó un intento de secuestro, por lo que las personas prefieren no acudir a estos espacios.
Con David coincide Luis Balseca, propietario de un restaurante de la zona. Desde que se decretó el toque de queda en el país por la ola de inseguridad, en enero pasado, los negocios del lugar y las ventas se han visto afectadas, al menos en un 60 %.
Él afirma que las personas prefieren quedarse en casa o reunirse en espacios cerrados y evitar cualquier incidente. O si salen, no se quedan hasta la madrugada. Por ello, varios negocios dejaron de operar como discotecas y ahora son restaurantes que ofertan bebidas y funcionan hasta las 24:00.
Esta estrategia les ha permitido salir a flote y recuperarse de a poco de las pérdidas que les dejó la pandemia, los paros y el toque de queda. Además, han reforzado las medidas de seguridad para que los clientes sientan más confianza. Sin embargo, Balseca recalca que el tema del ocio nocturno está ‘agonizando’ en la capital.
El panorama en otro punto de la ciudad, en La Niña y Reina Victoria, es similar al de la Portugal y Eloy Alfaro. Los bares lucen prácticamente vacíos. Esa realidad contrasta con la que se vivía hace seis meses, cuenta un joven que trabaja en un bar y que prefirió no identificarse.
En dicho local, que antes era visitado por más de 60 personas, la noche del último viernes estaban apenas dos. El hombre también atribuye la poca afluencia de clientes a la inseguridad y el miedo.
Cuenta que hace dos semanas secuestraron a una persona. “Solo escuchamos gritos y lo que hicimos fue cerrar las puertas del bar”.
Martha Guerrero, presidenta de la Asociación de Bares y Discotecas de Quito, lamenta que la vida nocturna de la capital se esté apagando y que lugares que eran conocidos como ‘zona rosa’ hoy sean ‘zonas negras’.
presidenta de la Asociación de Bares y Discotecas de Quito
“No nos estamos reactivando ni recuperando. Ahora prefieren rentar apartamentos y ahí hacen las fiestas y se sienten más seguros”, manifiesta Guerrero.
Lamenta que pese a la inversión que cada local ha hecho para dar más seguridad a los clientes, colocando cámaras de vigilancia y contratando guardias privados, los esfuerzos no valen la pena porque persiste esa sensación de miedo.
Según la dirigente, de los 480 negocios que conforman la Asociación, la mitad están cerrados o los dueños piensan venderlos porque no generan ganancia. Preocupada por la situación, ha solicitado reuniones con el Municipio y el Gobierno, pero no ha recibido una respuesta.
Guerrero también señala que es perjudicial el cambio de actividad económica a restaurantes, que pagan menos impuestos, mientras que como bares o discotecas deben cancelar hasta el triple.
A paso lento el ocio vuelve a La Mariscal
De a poco, la zona rosa de La Mariscal está recuperando el vibrante ambiente nocturno que la caracterizaba, especialmente en la céntrica Plaza Foch.
Aníbal Palacios, dueño de una discoteca y presidente de la asociación que agrupa a alrededor de 76 negocios, entre bares, restaurantes y hostales, señala que están colaborando con la Policía e Intendencia para mejorar la seguridad y el orden en el área. Además, cada establecimiento cuenta con cámaras de vigilancia y guardias.
A pesar de estos esfuerzos, la reactivación en la Foch es lenta en comparación con el estado de las calles aledañas, como Calama y Lizardo García, donde muchos locales permanecen cerrados y se observa una notable presencia de personas en situación de calle.
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