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El skateboarding es para muchos (o para pocos) sinónimo de libertad
El skateboarding es un deporte que genera emociones extremas.
El skateboarding es un deporte que genera emociones extremas. Las acrobacias son el detonante de grandes descargas de adrenalina, por eso la sensación de libertad se generaliza entre los que aman la patineta.
No es necesario un horario en específico, si se trata de patinar cualquier hora es buena. Es una tarde guayaquileña (soleada) de miércoles. El parque de patinaje o ‘skatepark’ cercano al Mall del Sol se llena de a poco. Entre rampas resbaladizas los patinadores ponen empeño en cada truco.
En algunos casos -como el de Allan García- la afición a la patineta comenzó desde pequeño y ha perdurado por 15 años. Es difícil escribir las sensaciones que él dice sentir cuando da la vuelta a la tabla y juega con la gravedad. Nada parece importarle tanto, al menos cuando está “rodando” por los recovecos de Guayaquil, por las calles que nunca se vacían de carros y bajo el sol que calienta sin ninguna tregua. No parece un personaje de una película de hip hop, lleva pantalones sencillos verdes, una camiseta negra y una gorra del mismo color. “El ‘skate’ es un arte”, se atreve a soltar; es decir para él no es algo pasajero. Es arte, es su estilo de vida.
Las caídas y los golpes no son nada nuevo. Los chicos se caen al piso cuando intentan acrobacias y pareciera que rebotaran en el pavimento y -para colmo- eso les causa alegría. Resulta sorprendente -para los ignorantes en el skateboarding- la dedicación y empeño. “Eso es normal aquí”, dice Luis Carvajal, otro hincha de las ruedas, la tabla... la libertad. Él también va al parque -como punto de encuentro con sus colegas- aunque entre ellos siempre descubren otros sitios para montar su tabla. Se dice -aunque es difícil de comprobarlo- que en Guayaquil hay hasta 100 sitios para probar la adrenalina del ‘skate’.
Con forme avanza la tarde los efectos del cansancio se hacen evidentes. Bañados en sudor, los ‘skaters’ bromean sobre matenerse delgados y esto no resulta tan descabellado, ya que según la página Tendencia Hombres: “con una hora de patinaje se pueden quemar entre 500 – 600 calorías o incluso más”.
Para estos patinadores la calle resulta mucho más atractiva que el ‘skatepark’ debido al sin número de superficies y obstáculos que pueden encontrar. Patinar en la calle también conlleva cierto riesgo para estos deportistas debido a factores como los carros, los vigilantes y las personas que simplemente no les gusta esta actividad. “Nosotros respetamos la propiedad privada, si dicen que no se puede patinar nos vamos”, sentencia García.
El skate no es una competencia sino un estilo de vida
La vida sobre la patineta puede llevarte a viajes inolvidables. Este es el caso de los patinadores profesionales los beneficios van desde patrocinios en sus implementos hasta viajes.
Las marcas de zapatos o tablas son las que buscan a estos deportistas para que sean imágenes en sus publicidades. Cuando se trata de grabar este tipo de videos, los viajes pueden ser a países como Estados Unidos, España, Chile, entre otros.
García ha participado en varias competencias internacionales y en cada país que ha visitado dice encontrar una ‘familia’ que comparte su pasión. Pese a quedar en las primeras posiciones, prefirió retirarse y simplemente disfrutar sin presiones.
La libertad no tiene edad.
No resulta extraño encontrar a Rafael González patinado y realizando acrobacias complejas. Él tiene 40 años y lleva 27 montado sobre una ‘tabla’. En su caso hablar de skate es igual que hablar de experiencia. Su único arrepentimiento es no haber intentado más trucos durante su juventud.
Su hijo también heredó el amor por este deporte. González tiene un pensamiento muy claro sobre el skateboarding “Si en algún momento pisaste una tabla y la dejaste simplemente no fuiste patinador”, dijo.
En cambio, Luis Carvajal de 22 años apodado “ojitos” por sus compañeros muestra el mismo interés por seguir sobre su ‘tabla’ por varios años. “Escuchar música mientras patino lo mejor, me hace sentir libre”.