El desmantelamiento de una red de falsificadores de billetes en Quinindé, Esmeraldas, el pasado viernes 26 de abril, trajo consigo un alivio inicial entre la población. Sin embargo, la desconfianza se ha extendido por la ciudad, pues sus habitantes están ‘psicoseados’ ante la posibilidad de que una gran cantidad de billetes truchos estén en circulación.

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Según estimaciones de inteligencia militar, esta red criminal habría producido alrededor de un millón de dólares falsos a la semana, afectando principalmente a personas de escasos recursos en sectores rurales de Esmeraldas y provincias vecinas. Estos billetes ‘falsetas’ eran utilizados para pagar a jornaleros, productos agrícolas y demás transacciones, aprovechándose de la vulnerabilidad de quienes no podían identificar su autenticidad.

El impacto de esta operación ilícita ha sido especialmente notorio en el sector comercial. Los comerciantes, antes confiados en la autenticidad de los billetes de 20 ‘latas’, ahora los examinan con recelo y temor.

Las máquinas detectoras de billetes falsos se han convertido en una vista común en los mostradores. “Es como si cada billete pudiera ser una mentira”, comenta José (nombre protegido), un comerciante local, y agrega que “ahora cada transacción es una investigación”.

Los marcadores especiales que cambian de color al contacto con el papel moneda legítimo son otra medida adoptada, pero incluso esta técnica genera desconfianza, puesto que la banda de falsificadores blanqueaba con químicos billetes de bolívares venezolanos, sucres y dólares reales de a una ‘lata’.

Adicional a estos métodos, algunos recurren a la ‘vieja confiable’: el yodo. Este material revela las marcas de agua ocultas en los billetes verdaderos. Otros comerciantes solo mojan el billete con agua común para verificar si no se corre la tinta.

“Antes era fácil, pero ahora cada billete que tomo podría ser falso”, dijo María (nombre protegido), dueña de una tienda en la zona rural, mientras examinaba meticulosamente un billete a contraluz. “Es agotador”, lamentó.

La psicosis por los billetes falsos no se limita a los comerciantes. La población en general ha comenzado a educarse sobre los elementos de seguridad del billete, siguiendo la regla de “tocar, mirar y girar” para verificar su autenticidad.

La textura, los relieves sensibles al tacto, el registro perfecto a contraluz, la marca de agua y el hilo de seguridad son solo algunos de los aspectos que ahora la mayoría revisa meticulosamente.

Se estima que la cantidad de dinero que esta banda produjo se acerca a los 240 millones de dólares, según fuentes de inteligencia militar. Las autoridades locales han intensificado las campañas de información para educar a la población sobre cómo identificar billetes falsos.

“Es una lucha constante”, aseguró un oficial de Policía a EXTRA, y sostuvo que están “comprometidos a restaurar la tranquilidad en Quinindé”.

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