Gina Calderón lloraba en la Capitanía del Puerto de Manta, pues su esposo, Euclides Rivera (50), es uno de los cinco pescadores de San Lorenzo, Manta, que desaparecieron mientras trabajaban. Calderón estaba desesperada porque su marido tiene diabetes y necesita inyectarse insulina diariamente.

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"Solo encontraron la lancha, pero había otras personas que no eran nuestros familiares", mencionaba Calderón, quien agregó que su esposo y los otros navegantes habían salido el martes 20 de febrero y debían regresar el jueves, pero solo se encontró la embarcación con algunos sujetos sospechosos a bordo.

La lancha 'Mi capitán Jesús', en la que Rivera y su colega Jorge Montalván navegaban, fue detenida por la Armada del Ecuador con tres hombres a bordo que tenían en su poder 300 galones de combustible y 45 municiones calibre 5.56 utilizadas para fusiles.

Según informes de la Armada del Ecuador, los detenidos tienen antecedentes penales por tráfico ilícito de drogas, robo, tenencia de armas y asesinato. Fueron capturados por Guardacostas a 40 millas náuticas del puerto de Manta la noche del martes.

Las autoridades presumen que los sujetos podrían estar involucrados en robos de motores y pesca ilegal en el sector, y que el combustible podría ser utilizado para reabastecer lanchas rápidas dedicadas al tráfico de drogas.

Sin embargo, la Fiscalía dictó medidas sustitutivas para los hombres tras una audiencia, lo que provocó la ira y el temor de los familiares de los pescadores desaparecidos, como Josué Reyes, Angelo Anchundia y José López, quienes lamentaron que personas con evidencias hayan sido casi liberadas de todo.

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"Hacen falta más acciones para encontrar a nuestros familiares. Ellos deberían proporcionar información sobre su paradero, ya que estaban en la lancha que les pertenecía. No es posible que les hayan dado medidas tan frágiles", expresó una allegada que prefirió el anonimato.

Hasta el mediodía de ayer, no había noticias sobre el paradero de los pescadores. Los familiares seguían desesperados por información y protagonizaban escenas de dolor en los exteriores de la infraestructura de control portuario.

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