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Los miembros del culto se ayudaron mutuamente a trasladar los muebles del templo.Luis Cheme / Extra

Increíble acto de fe en Esmeraldas tras el devastador sismo en abril de 2025

Este templo evangélico había forjado una fraternidad sólida entre sus miembros, quienes, al verse desplazados, unieron fuerzas

En Esmeraldas, donde aún resuena el eco del sismo del 25 de abril entre los escombros, las paredes y fachadas agrietadas, una pequeña iglesia evangélica -más fuerte que los muros que la sostenían- se niega a sucumbir.

(Lea también: Sismo en Ecuador hoy: Así se vivió el temblor en Esmeraldas este 25 de abril)

Su nombre es “Restaurando la Familia en Cristo”, y hasta hace poco ocupaba la planta baja de una antigua casa de construcción mixta, en la calle Espejo, entre Olmedo y Sucre, justo en lo que hoy se conoce como la “zona cero” del desastre.

La estructura que albergaba la iglesia no era moderna ni resistente. Levantada hace más de 80 años con una combinación de madera y cemento, había resistido décadas de lluvias, calor, y el ir y venir de la vida urbana. Pero el sismo del viernes marcó el destino de la edificación.

La pared del frente colapsó; la parte trasera se hundió. Las bases y estructuras, ya fatigadas, mostraban las grietas. La evaluación fue rápida y contundente. Ingenieros municipales y personal de la Alcaldía inspeccionaron el lugar al día siguiente del sismo. La sentencia fue clara: inhabitable.

Sin embargo, dentro de esos muros maltrechos, la historia iba más allá del cemento. Allí se tejieron 13 años de culto, esperanza y comunidad.

Así quedó en primera instancia aquella iglesia justo después de ser sacudida por el sismo.
Cortesia

Resiliencia en Esmeraldas tras el sismo

El testimonio de uno de los miembros de la congregación es conmovedor. “Es bastante doloroso porque aquí teníamos una fraternidad muy fuerte con los hermanos… estábamos tan acostumbrados a este sitio que nos va a costar mucho dejarlo”, dice mientras observa aquel lugar por última vez. “Pero no hay más opción… no podemos seguir aquí. Queremos evitar cualquier desastre”, agrega

Y es que lo que define a esta comunidad es su resiliencia. Ante la falta de un techo seguro, decidieron trasladar todo a la casa de la pastora Luisa Cabezas, en el sector San Rafael, al sur de Esmeraldas. Ahí, en un espacio más modesto pero lleno del mismo fervor, las reuniones de oración, alabanzas y estudios bíblicos se reorganizan.

La pastora Luisa muestra cómo quedó la iglesia evangélica tras ser desalojada.Luis Cheme / Extra

“El espíritu de adoración no se detiene por la caída de unas paredes”, asegura uno de los miembros.

Aunque la casa de la pastora Luisa no tiene el altar elevado ni las bancas de madera que caracterizaban al antiguo templo, cada rincón se convierte en un espacio de oración. “Dios no necesita un lugar específico para ser alabado”, explica la hermana Leonor Peña.

Las reuniones se han vuelto más íntimas, casi familiares. Los miembros, más unidos que nunca, se turnan para apoyar en lo que pueden: unos llevan sillas, otros ayudan con las tareas de sonido, algunos colaboran con la limpieza. Todo, en nombre de seguir adelante.

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