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Los relatos de funerarios de La Libertad: cuando enterrar delincuentes pone en riesgo la vida
Quienes brindan servicios exequiales dicen que prefieren no vender ataúdes para víctimas de líos con bandas
Con el incremento de los crímenes en la península de Santa Elena hasta las funerarias pasan por horas de temor. Y eso que el negocio de ellos, en teoría, tendría mayor movimiento.
Sin embargo, algunos propietarios y empleados de funerarias exponen sus temores, complicaciones y angustiantes momentos cuando han debido trasladar féretros o sepultar a algunos de los asesinados.
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Óscar Guamán, propietario de un de estos locales en la Península, indica que si bien es cierto que hay más ventas de ataúdes, el ingreso económico no es el mejor, porque, asegura, la mayoría de los difuntos son de escasos recursos.
“En ocasiones a sus allegados les toca hacer colectas para el pago de los gastos exequiales. Además, se acude a sitios muy peligrosos en donde se observa a gente armada y eso causa zozobra, por eso es preferible servir a familias sin problemas de bandas”, comenta Guamán.
Daniel Suárez laboró en una funeraria, pero dejó ese trabajo debido a la mala experiencia que le tocó vivir en el traslado de un ataúd. “Llevábamos al finado desde La Libertad (Santa Elena) hacia Quevedo (Los Ríos) y fuimos interceptados por sujetos que dispararon contra el carro donde iba el féretro. Varias personas resultaron heridas”, recuerda el hombre.
OJO CON LOS CLIENTES
El pastor evangélico Jacinto Echeverría, quien lleva 41 años como propietario de una funeraria, dice que en estos últimos tiempos en que la violencia ha crecido en la Península, debe analizar a los clientes que va a servir.
“Me ha tocado estar en rituales de motociclistas que hacen disparos al aire y otros que se drogan al pie del muerto. Lamentablemente, la maldad se ha apoderado de las familias. En ocasiones prefiero no vender un ataúd para salvaguardar mi vida”, explica Echeverría.
EN LOS CEMENTERIOS
Las situaciones difíciles por atender a quienes han tenido un familiar asesinado al estilo sicariato también las han enfrentado unos sepultureros. Algunos trabajadores de los cementerios narran historias de angustia que han vivido.
El albañil Felipe Muñoz dice que ha tenido que cerrar bóvedas de manera rápida. Recuerda que en una ocasión los deudos le dijeron: “maestro, tápalo de inmediato, nosotros nos vamos antes de que nos caigan los enemigos”. Tras esas palabras, él, con gran temor y a toda velocidad, selló el nicho.
UNIDAD PARA COMBATIR LA DELINCUENCIA
En medio de esa incertidumbre que genera la violencia, hay pedidos de mayor seguridad. Alfonso Ortiz, presidente de la Junta Cívica de la provincia de Santa Elena, pidió a las autoridades policiales, militares y civiles unirse para elaborar un plan efectivo de seguridad.
El dirigente considera que, por tratarse de una provincia pequeña, sí se puede combatir a las bandas organizadas e hizo un llamado a los ciudadanos para que, de forma valiente, se denuncie a sujetos sospechosos que se refugian en barrios y comunas.
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