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Funerales del militar asesinado se cumplen en sector de Pelileo
El uniformado fue atacado a balazos por impedir el robo de combustible mientras hacía sus rondas
En medio de la tristeza en El Tambo, barrio del cantón Pelileo, provincia de Tungurahua, unos vecinos recordaron las veces que el niño Cristhian Morales Amán les dijo que quería ser militar. La noche del martes 8, el joven fue llevado dentro de un ataúd al sector donde creció.
Cristhian Morales cumplió su sueño. Era subteniente militar y pertenecía al Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Su valentía lo convierte en un héroe local, y su memoria quedará marcada en el pueblo que lo vio crecer.
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Él murió en manos de presuntos traficantes de combustible cuando patrullaba en el poliducto de Pascuales en Guayaquil. Dos disparos le arrebataron su vida y los sueños.
Martha Medina, una de las amigas de la familia, dijo que no se imagina estar en los zapatos de Leticia, madre del joven subteniente. “Es tan desgarrador perder a un hijo. Deberían buscar a los culpables y hacerles lo mismo... Lo esperábamos la próxima semana para compartir una comida. Ahora lo tenemos, pero muerto”, expresó Martha.
Cristhian era el mayor de tres hermanos. Alejandro, su ñaño, mencionó que todavía no asimila lo ocurrido.
“Es difícil todo lo que estamos pasando”, dijo con la voz entrecortada. Mediante una llamada, a las dos de la madrugada del martes, le comunicaron que Cristhian había muerto cumpliendo su deber.
Según las primeras versiones que le dieron, su hermano fue emboscado por al menos diez personas que intentaban robar combustible en el lugar.
Al ver una luz, el subteniente se acercó para frustrar el robo. Al principio habría observado solo a dos personas, pero después aparecieron los otros. Fue abatido por dos disparos certeros, uno en el pulmón derecho y otro en la clavícula, de acuerdo con la necropsia, contó Alejandro.
VELATORIO DE JOVEN
Los restos del subteniente están en el corazón del barrio El Tambo, donde se realiza la feria del jean, en la sede de la Junta del Campesinado.
Seis militares hacen la columna de honor al féretro, que está cubierto con la bandera de Ecuador y rodeado de decenas de ofrendas florales.
Marco, el padre de Cristhian, agradeció a los militares y a la vez pidió que encuentren “a los malditos” que le arrebataron a su hijo. (YIE)
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