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El crimen de Jonathan Luis Perea Alcívar dejó a una familia destruida, un barrio consternado y una comunidad, aún más, sumida en miedo.Luis Cheme

La razón detrás del ataque a hombre que se ganaba la vida lavando carros, en Esmeraldas

La víctima vivía de lo que trabajaba a diario. Su muerte a manos de unos pistoleros generó tristeza y también indignación

El destino de Jonathan Luis Perea Alcívar, de 28 años, conocido en su barrio como El Gordo, fue sellado por la violencia que, implacable, no deja de ensombrecer las calles de Esmeraldas.

Él era un joven sencillo, se ganaba la vida honradamente. Según sus allegados, Jonathan trabajaba largas jornadas lavando carros y motos en el sector de Parada 11, intersección de las calles Sucre y Ramón Chiriboga. Llevaba aproximadamente un año en el oficio que le daba para sobrevivir. Él era feliz con lo poco que tenía.

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La hermana de la víctima, entre lágrimas, recuerda: “Jonathan siempre decía que algún día iba a ahorrar lo suficiente para abrir su propio taller, pero las cosas nunca fueron fáciles para él”, apunta la pariente.

En el barrio, El Gordo era querido. Siempre con una sonrisa y dispuesto a ayudar. “Era un buen muchacho, nunca se metía con nadie”, asegura don Rubén Cuero, dueño de la tienda en la esquina.

Hace meses, sus familiares empezaron a notar que algo lo preocupaba. “Lo veíamos tenso, pero no nos decía mucho. Solo comentó que había gente pidiéndole dinero”, cuenta su madre, que pidió no ser identificada y lloraba en el sitio.

VÍCTIMA DE EXTORSIÓN

Después se supo que había sido víctima de extorsión. Le exigían una suma de dinero que no podía pagar. “Él vivía al día. Todo lo que ganaba era para comer. No tenía más”, añade su primo Pedro Alcívar, quien trabajaba con él algunos fines de semana.

La extorsión es un mal que asuela a muchos en Esmeraldas, y Jonathan fue solo uno de tantos afectados.

"¿Por qué a él? Mi hijo no le hacía mal a nadie", repetía su madre una y otra vez, entre sollozos.LUIS CHEME

¿CÓMO FUE EL ATAQUE?

El martes 17 de septiembre, la jornada de trabajo transcurría con aparente normalidad. Jonathan estaba concentrado en sus tareas, pero alrededor de las 17:00, dos hombres llegaron en motocicleta, fingiendo ser clientes. En cuanto Jonathan bajó la guardia, los tipos sacaron armas y le dispararon. Siete balas perforaron su cuerpo.

Intentaron ayudarlo, lo subieron en un auto y lo llevaron al hospital Delfina Torres de Concha, donde los médicos hicieron todo lo posible, pero no pudieron salvarlo.

“Mi hijo no merecía esto”, dice su madre, mientras el barrio despide a El Gordo, con la esperanza de que, algún día, la paz vuelva a las calles de Esmeraldas.

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