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Esmeraldas: Pescadores y trabajadores con miedo a que se repita una masacre
Han dejado sus lanchas ancladas y las bodegas cerradas. Pocos van a trabajar y las ventas de pescado han bajado en gran porcentaje
El Puerto Pesquero Artesanal de Esmeraldas huele a muerte y lo ronda el miedo. El hedor nauseabundo de los desperdicios de mariscos descompuestos se mezcla con la salobre brisa de la costa del océano Pacífico, mientras las aves de rapiña (gallinazos) revolotean buscando comida.
El miedo de pescadores, de ayudantes de bodega y de comerciantes se siente al paso mientras se transita por este sitio donde, el 11 de abril de 2023, treinta encapuchados armados con fusiles y pistolas asesinaron a nueve personas, por una supuesta pugna de territorio para extorsionar.
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Pocos se atreven a hablar de lo ocurrido. Muchos bajan la mirada. Mientras desayuna pescado frito con bola de verde y café, Roberto (nombre protegido), quien trabaja como ayudante de bodega, dice que la masacre del 11 de abril fue peor que la idea que él tiene del infierno.
Él fue una de las personas que se salvó de morir porque se lanzó al agua cuando escuchó los primeros disparos. Está seguro de que los pistoleros no le dispararon porque se refugió en unas rocas que están junto al muelle por donde subieron los encapuchados que llegaron en lancha.
En esta masacre, el ayudante perdió a tres de sus mejores amigos, dos trabajaban en bodegas y uno era vendedor de pescado.
“Todavía la gente está paniqueada, porque tenemos miedo de que se repita”, dice este hombre mientras señala una de las vigas metálicas del techo donde se observan las huellas de los poderosos proyectiles.
Al caminar por la zona de bodegas se sienten las miradas de los desconfiados trabajadores del puerto. Susurran entre ellos y, con cautela, miran a todos lados.
Algunos, para ‘bajarle' al estrés, se distraen jugando dominó o cartas. Otros, los más relajados, hasta se dan tiempo para mejorar la ‘pinta’ cortándose el cabello. Pero el miedo es el denominador común por donde se mire.
Por el temor a otro ataque, al menos unos 100 pescadores han dejado de ir a trabajar y sus lanchas están ancladas en el muelle hasta que la situación de seguridad mejore.
El 90% de los dueños de bodegas han dejado encargados los negocios y se han mudado a otras ciudades, escapando de las constantes amenazas de las bandas extorsionadoras que tiene sitiado el puerto, según datos proporcionados por la Asociación Provincial de Pescadores de Esmeraldas.
La entidad estima que la producción ha bajado en un 45% debido a que los pescadores no están zarpando y que las ventas han disminuido cerca del 65%, a raíz de la matanza.
Mientras en puertas, paredes, en las vigas metálicas y en el techo aún están las huellas de los proyectiles que dispararon indiscriminadamente aquella mañana. Un recuerdo maligno. Un recuerdo de miedo.
Investigaciones para dar con pistoleros siguen
La Policía ha detenido al menos a cuatro presuntos cabecillas de la banda denominada Los Tiguerones y que estarían vinculados con la matanza del Puerto Pesquero Artesanal de Esmeraldas. Tres están con prisión preventiva .
“Las investigaciones se están ejecutando. Una vez que tengamos elementos de convicción tendremos resultados concretos”, explicó el coronel Julio César Vásquez García, comandante de la subzona Esmeraldas.
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