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¿Quién es y qué hacía en la bodega que explotó en Portovelo el enfermero fallecido?
Criminalística y personal del Centro Forense solo tuvieron que recoger las partes anatómicas que quedaron del fallecido. Hubo 13 casas afectadas
Alrededor de dos horas les tomó a los equipos especializados recoger los restos humanos de Robinson González Espinoza, el enfermero de 34 años que murió trágicamente luego de explotar una bodega donde se almacenaban explosivos destinados para la minería. El hecho ocurrió en el cantón Portovelo, provincia de El Oro.
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El lugar parecía un campo de guerra: paredes de concreto derrumbadas, ventanales trizados, columnas caídas y hasta los árboles se desprendieron de la tierra. Ese es el panorama que se vive en el barrio Miraflores, donde unas 13 viviendas resultaron afectadas.
La víctima llegó la mañana del jueves 7 de diciembre a una mina ubicada en el sector Casa Negra, allí ingresó a la bodega de explosivos y por causas que aún están en investigación, se generó la explosión.
Según algunos trabajadores del lugar, que prefirieron la reserva, el occiso era enfermero, pero también conocía sobre explosivos en mina y por eso también ayudaba en el lugar, donde de manera inesperada halló la muerte.
“Está hecho picadillo, la bodega explotó con todo, hasta pedazos de carne cayeron a unos 50 metros”, dijo un obrero minero, quien al momento de la explosión estaba lejos del sitio, pero que luego llegó a ayudar enlas labores de rescate.
- Desesperación, drama y dolor
La desesperación se apoderó del barrio, pues algunos ventanales se rompieron y las paredes se cuartearon, debido a la onda expansiva que afectó 700 metros a la redonda. Fueron al menos 13 casas las que salieron afectadas.
Los restos del enfermero Robinson González Espinoza eran velados en el barrio El Guayabo, hasta ese sector alejado de la ciudad llegaron los amigos y compañeros del fallecido, que deja una hija en la orfandad.
Cristian Aguirre, uno de los moradores de la zona, cuenta que luego de la primera explosión, “lo único que hicimos fue salir; luego de dos minutos vino otra detonación y nos escondimos en la casa, pero la tercera ya fue fuerte, ahí se cuartearon paredes y se rompieron ventanas”.
La misma historia la vivió don Feliciano Armijos, él es un adulto mayor, quien habita a unos 500 metros de la explosión. “La tercera explosión fue tan fuerte que casi nos rompe el oído”, afirmó Armijos, quien ahora busca que le reconozcan los daños causados por la onda expansiva.
En tanto que Jorge Maldonado, alcalde del cantón, activó el Comité de Operaciones Emergentes (COE) cantonal, para abrir una investigación sobre este hecho que no es la primera vez que ocurre en los cantones de la parte alta de El Oro.
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