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Comunidad de Esmeraldas se une en medio del desastre para alimentar a sus familias
Con un espíritu de ayuda mutua, varios damnificados buscan la forma tener un plato con comida
Mientras la tierra temblaba y las casas se agrietaban, algo más profundo permanecía intacto: el espíritu de comunidad. En el recinto Las Piedras, de la parroquia Tachina, moradores del barrio Los Tulipanes, en la provincia de Esmeraldas, no permitieron que el desastre los partiera por dentro. Son afectados por el reciente terremoto que afectó a esa localidad.
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Las madres del barrio se organizan para cocinar. Cada cucharón que reparten, cada fideo servido, es una declaración de unidad. Lo que hierven en las ollas no es solo alimento, es la esperanza de un pueblo que, aun golpeado, se niega a rendirse.
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Son veinte familias que lo perdieron todo, excepto su voluntad de estar juntos. Desde el día del sismo, duermen en las aulas de la Unidad Educativa Teodoro Morán Valverde, y por las mañanas, cuando el sol empieza a calentar los techos y el gallo canta entre escombros, un grupo de mujeres camina hasta el pequeño restaurante que una vecina, también afectada, cedió para que sea cocina común.
Historias de fortaleza en tiempos de crisis
Allí, sin recetas escritas pero con una sabiduría que nace del amor y la necesidad, se reparten las tareas. Una pica cebolla, otra limpia el pollo, otra mide el arroz a ojo de abuela. Este lunes 28 de abril de 2025 decidieron hacer tallarín con pollo, porque alguien trajo siete paquetes de pasta donados, otro consiguió tres pollos entre vecinos que aún conservaban algo en sus refrigeradoras y juntaron unas monedas para comprar los aliños.
“Nos organizamos entre todos. Nadie desayunó hoy, pero ya hicimos una colecta para cocinar para los afectados”, cuenta Yajaira Mala, una de las madres que lideran esta gesta cotidiana con delantal atado a la cintura. “Esto lo hacemos desde que pasó lo del temblor. Nadie se ha quedado sin comida porque todos damos lo que tenemos, aunque sea poquito”.

Mientras unas preparan el almuerzo, otras piensan en la merienda. Los hombres, por su parte, ayudan cargando bultos, buscando agua o lo que se necesite. No tienen certezas sobre cuánto durará esta situación. Muchos perdieron sus viviendas. Otros no saben si podrán volver pronto.
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