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Catedral Nuestra Señora de la Elevación: Joya arquitectónica y espiritual de Ambato
Explora la riqueza histórica del principal templo de la capital de Tungurahua
Imponente, como guardián eterno del alma ambateña, la Catedral Nuestra Señora de la Elevación se alza majestuosa entre las calles Montalvo, Sucre y Bolívar, justo en el corazón de la capital de Tungurahua. No es solo una iglesia; es testigo de la historia, símbolo de resistencia y un puente entre la fe y las raíces andinas.
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Una historia marcada por la tragedia y la esperanza
En 1698 se construyó la primera capilla, con adobe y paja, pero se destruyó por el terremoto de 1797. Después se levantó la Iglesia Matriz, empleando piedra pishilata y también fue devastada por un sismo en 1949.
Tres años después, monseñor Bernardino Echeverría, de la orden de los Franciscanos Menores, lideró la reconstrucción del templo con el apoyo del Vaticano, Estados Unidos, Alemania, Italia y, sobre todo, con la fe de los ambateños. Así, el 12 de diciembre de 1954, se inauguró la nueva Catedral, diseñada por el arquitecto siciliano Antonino Russo.
El templo fue consagrado como Basílica Menor en abril de 1961. Desde entonces, ha resistido nuevos embates naturales, como el terremoto de Pujilí, y ha sido intervenido estructural y artísticamente en varios períodos para preservar su esplendor.
Un interior digno de un museo
La mano del artista ecuatoriano David Moscoso resalta en la cúpula de 60 metros de altura, donde pintó los volcanes Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo como protagonistas. Su estilo detallista y envolvente ha sido comparado con los frescos de la Capilla Sixtina. La obra invita a mirar hacia lo alto y reflexionar.
Por fuera, la Catedral presenta una estructura moderna de hormigón, adornada con piedra pishilata, mármol y madera tallada. El cambio de orientación, de oriente a occidente, permite que el altar mayor reciba la luz del amanecer y del atardecer, haciendo que la arquitectura se conjugue con la naturaleza.
Desde el Parque Montalvo se aprecia su belleza. Las blancas cúpulas, los vitrales que narran historias de fe y sus torres. La luz que se filtra por la docena de vitrales diseñados por Guillermo Larrazábal llena el espacio de colores vibrantes y una energía especial.
“Es como si el lugar tuviera vida propia”, dice Paola Gómez, una turista argentina. “La paz que se siente es indescriptible”, resalta.

El altar mayor resguarda una figura imponente de la Virgen de la Elevación, protectora de los ambateños, rodeada de un cielo turquesa y nubes que la enmarcan. Justo debajo, la imagen de Jesús en el madero recuerda el sacrificio eterno. También hay un altar especial para San Juan Bautista, patrono de la ciudad, y una pila bautismal de piedra pishilata que fusiona el arte europeo con la cosmovisión andina.
Para monseñor Giovanny Pazmiño, “cada rincón de esta Catedral refleja la lucha y la esperanza de una ciudad que ha sabido levantarse, una y otra vez, con la bendición de Dios y la fuerza de su gente”.
Un lugar ideal para el turismo y la fotografía
La Catedral no solo es el centro de la vida religiosa de Ambato, sino también un sitio imperdible para quienes visitan la ciudad.
Su fachada imponente, los vitrales con los apóstoles de Jesús en las cúpulas exteriores, los murales, los retablos y reliquias como el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen Dolorosa encantan a locales y visitantes.
También es un lugar que invita a detenerse, observar y fotografiar. Cada ángulo ofrece una postal: desde las torres que se alzan sobre el Parque Montalvo, hasta los detalles interiores que combinan arte, historia y espiritualidad.
Su arquitectura, sus detalles artísticos y su historia la convierten en un referente obligado para creyentes, amantes del arte sacro y turistas de todo el mundo.
Cuando llegue a Ambato, descubra la Catedral Nuestra Señora de la Elevación, una joya arquitectónica y espiritual.
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