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Un año de ausencia: la herida abierta por la desaparición del joven taxista Erick Quiñónez
“Un maldito año, un año tan triste, un año sin tu presencia...", lamenta su hermana
Este miércoles 21 de agosto marca un sombrío aniversario: un año desde la inexplicable desaparición de Erick Paúl Quiñónez Álvarez, un joven taxista de 31 años, cuyo rastro se desvaneció en las calles de Esmeraldas como si la misma noche lo hubiese devorado.
Erick, un hombre lleno de sueños y esperanzas, fue visto por última vez en el sector de Aire Libre, en el sur de Esmeraldas, la noche del miércoles 21 de agosto de 2023. El GPS de su vehículo marcó esa ubicación por última vez, antes de ser encontrado abandonado al día siguiente, solitario y silencioso, en un camino de tercer orden en la parroquia rural Vuelta Larga. Su familia aún lo sigue buscando; todas las semanas se reúnen y salen a buscar alguna señal que los conduzca al paradero de Erick.
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Erick no era solo un taxista. Había regresado apenas unos días antes, el 4 de agosto, después de haber completado su formación como buzo comercial en la Escuela Neptuno de Chile. Atrás quedaron cuatro meses de sacrificios y esfuerzo, de enfrentar las frías aguas abiertas, todo con un solo objetivo en mente: combinar sus habilidades de ingeniero comercial y buzo para trabajar algún día como soldador submarino, un sueño que había acariciado durante años.
Mensaje desesperado de su hermana
Para su familia, el tiempo no ha hecho más que aumentar el dolor. Christel Paulina Quiñónez, su hermana, expresa con lágrimas en los ojos la angustia de un año sin respuestas, sin abrazos, sin risas. “Un maldito año, un año tan triste, un año sin tu presencia... Un año de agonía, un año de ser fuertes porque con solo pensar en ti lloro en cualquier lugar... pero no pierdo la fe, no pierdo las esperanzas de volverte a ver”, posteó en sus redes sociales.
Christel, en su desgarrador mensaje, implora a quienes puedan tener información sobre el paradero de su hermano. La recompensa que espera no es material, sino divina. "Ponte la mano en el corazón", ruega con una desesperación palpable. "Hemos llorado mucho, hemos pasado momentos muy difíciles, por favor".
Cada 21 de mes es un recordatorio brutal de la ausencia de Erick, de las preguntas sin respuesta y del vacío que dejó en su familia y en quienes lo amaron.
Pero aún queda una chispa de esperanza, un rayo de luz en medio de la oscuridad. La fe inquebrantable de que, algún día, las calles de Esmeraldas volverán a ver a Erick Quiñónez regresar a casa, donde su familia, con el corazón destrozado, sigue esperando.
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