Esto apenas empieza. La guerra contra la delincuencia tomará meses, quizá años, así que a quienes intentan vender el sueño de que en Ecuador ya todo ‘anda bonito, están muy equivocados.

Y todo tiene un porqué. Y es que lentamente y paso a paso, en gran parte con la venia y complacencia servil de algunos gobiernos, autoridades judiciales, funcionarios públicos, fiscales, policías y hasta la misma ciudadanía, la delincuencia hizo suyo a todo un país. Se impuso a base del ‘goteo’ de dinero con la corrupción y el miedo con las balas. Y dejar atrás todo esto costará... y mucho.

De allí que el presidente Daniel Noboa insistió ayer en la necesidad de optimizar el sector público, hacer recortes fiscales, que “no haya pipones, nóminas fantasmas”. Habló, incluso, a manera de ejemplo, que un odontólogo del sector público llega a cobrar dos o tres sueldos indexados, ganando más que hasta el presidente. Ponerle freno a todo esto sería un gran avance.

Pero también toca el sacrificio de los empresarios y la ciudadanía, con el fin de la focalización a los subsidios a la industria, grandes empresas, y a la gasolina Ecopaís y Extra. Habrá protestas, seguro que sí, pero el país no está para más inestabilidad política. Al menos el diésel y el gas no se tocan. Al menos.