Mañana termina el primer feriado largo en el país por motivo de los carnavales, y las celebraciones se dieron a medias, debido a la emergencia en la que seguimos debido al coronavirus.

Los tradicionales desfiles como los de Ambato, con su fiesta de las flores y las frutas, una tradición por muchos años; los conciertos al aire libre en las playas y los distintos espectáculos a lo largo del país tuvieron que ser cancelados para proteger a los ciudadanos, pero no todo se cumplió.

Las restricciones con la llegada del feriado no se hicieron esperar, al menos al inicio del fin de semana. Los deseos de festejar y olvidar un poco estos meses difíciles y llenos de prohibiciones mermaron con los operativos realizados por los organismos de control. Las fiestas en barrios populares no pudieron darse, tampoco hubo reuniones en las aceras ni las piscinas frente a las casas con niños adentro disfrutando del agua, ni los partidos de ecuavóley o fútbol callejero. Todo iba bien.

Sin embargo, algunos se dieron modos para armar farras y hacer relajo en la vía pública, como ocurrió en el malecón de Salinas, cuando un grupo de jóvenes bloqueó el tránsito vehicular por aglomerarse a bailar y echarse espuma, sin importar las consecuencias por dicha desobediencia sanitaria. Solo esperamos que las próximas semanas no lamentemos el irracional comportamiento de unos cuantos.