Los corruptos siempre fueron ellos. Sí, es cierto. Los que con leguleyadas y confabulados con jueces de dudosa reputación lograron resoluciones judiciales para sacar de la cárcel y recuperar los derechos políticos de un exvicepresidente, pese a cargar con una sentencia por delito contra el Estado. Sí, son ellos, los que cuentan con un líder también sentenciado y prófugo de la justicia, con escasa entereza para enfrentar sus errores en el país y que prefiere vivir cobijado en el extranjero. Siempre fueron ellos. 

Los que ahora se autoproclaman como gente honrada, insultando así la inteligencia colectiva de quienes hasta la actualidad sufren las consecuencias de sus latrocinios. Son los mismos que profesan y aplican la doctrina de sumergir a los ciudadanos cada vez más en la pobreza como la única manera de mantenerse en el poder. Porque el ciudadano, según piensan ellos, al pasar a la clase media simpatiza más con la derecha que con la izquierda.

Los corruptos siempre fueron ellos. Una frase que quieren atribuirla a otros, pero que a ellos les calza a la perfección. Los políticos deben inaugurar la ética y la moral tan desgastada durante los últimos años. Solo así se fortalecen las instituciones. Solo así los ciudadanos podrán recobrar un poco de la credibilidad perdida en la política y la función pública.